LA COLUMNA DE TOÑO
Por P. Toño Parra Segura
padremanuelantonio@hotmail.com
Hoy conmemoramos en la liturgia, la frase que repetimos siempre en nuestra profesión de fe, para expresar que la exaltación de Jesús es total y llega a dimensiones supraterrenas. La expresión tradicional no significa que el resucitado utilizara una especie de cohete espacial, sino que abandona la tierra y es tiempo para volver a la derecha del Padre, de donde salió, no solamente para salvarnos sino para elevar a la humanidad cautiva por el pecado.
Todavía en el contexto pascual, San Lucas tanto en el libro de los Hechos como al final del Evangelio nos cuenta los detalles de ese acontecimiento ya anunciado por las Escrituras.
Sus apóstoles que fueron testigos de sus enseñanzas, de su pasión, de su muerte, y en especial de la resurrección durante cuarenta días, ahora ya no pueden seguir “ahí plantados mirando al cielo”, sino el ser “testigos en Jerusalén, en toda la Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.
Hasta estos confines nuestros, nos llegó su testimonio y a la vez nosotros debemos retomar la advertencia de no seguir mirando hacia arriba, sino de mirar la tierra que nos dejó para evangelizar con el testimonio de vida.
La intención clara del relato de hoy que constituye para los católicos un dogma de fe es invitarnos a seguir el camino de Jesús, mirando hacia el futuro, entregados a la difusión de su mensaje.
Para cumplir este encargo tenemos que contar con “Espíritu de Sabiduría” como lo afirma San Pablo “porque la Iglesia es Cuerpo de Cristo” y los bautizados todos somos Iglesia. Es el lanzamiento de la Nueva Evangelización, que exige mucha fe, porque la presencia de Jesús la vamos a sentir en forma diferente a como la experimentaron los apóstoles.
Está gritando desde lo alto; dejen ese misticismo enfermizo, miren la tierra, háganla mejor, ocúpense de transformarla, cambiando a los hombres, pero convirtiéndose primero ustedes, y esto hasta el regreso del Señor.
De Galilea a Jerusalén y de Jerusalén al Cielo, es un trayecto que no se puede invertir. Existe la tendencia de pedir signos o de adivinarlos hasta en los rayos del sol, a determinada hora en sitio fijo; pues bien, para todos es el aclarar lo que espera el Señor de todos sus discípulos: Evangelizar el mundo.
Ascender es el proyecto de Jesús, no es lo mismo que en la escala de los hombres, en donde cada grado de primacía hace a los seres más orgullosos y presumidos.
Jesús pasó por la “kenosis” que significa bajar, ponerse de último, para poder ocupar ahora la diestra de su Padre.
La Ascensión del Señor nos lanza con la fuerza y el poder de Jesús: “Vayan, yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20).
Como recuerdo de esta fiesta, tengamos presente que la Ascensión de Cristo, no significa separarnos del mundo, sino para ayudarnos para ser luz, alegría y dinamismo en nuestra actitud de testigos.
