Diario del Huila

Subsidios y subdesarrollo

Mar 20, 2023

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Por: GERARDO ALDANA GARCÍA

El otorgamiento de subsidios a la comunidad puede convertirse en una trampa para la estabilidad económica de un país; lo es desde la perspectiva de las limitaciones a la generación de riqueza que se pueden suscitar desde la ausencia de mano de obra en sectores altamente determinantes del Producto Interno Bruto de las regiones y el país, cual es el caso del sector agropecuario. En Colombia existen diferentes clases de subsidio como, por ejemplo:  vivienda, que es un aporte estatal en dinero entregado una sola vez al beneficiario del hogar como un complemento para facilitar la adquisición de vivienda nueva. También se tiene el subsidio familiar o monetario entendido como una prestación social que se da en dinero y en servicios al trabajador de acuerdo con el número de personas a su cargo, por medio de cajas de compensación familiar con el fin de suavizar las cargas económicas que representan el sostenimiento de la familia. Otro subsidio es el del desempleo que es ofrecido por las cajas de compensación y constan de ayudas económicas y asistencia laboral para desempleados. El subsidio educativo es aquel brindado anualmente por cajas de compensación, entidades bancarias y financieras dirigidos a estudiantes de básica primaria, media secundaria y en algunos casos para universitarios con el fin de apoyar sus estudios y apaciguar cargas económicas educativas. Ciertamente, varios de estos subsidios en realidad deben existir como estímulo y apoyo a las clases menos favorecidas. No obstante, la realidad en escenarios como el agropecuario muestra cómo población beneficiaria del subsidio termina inclinándose hacia una pasividad laboral en las prácticas laborales tradicionales y orientándose hacia otras que le lucen más simples y de menor esfuerzo, o lo que es peor, optando por el ocio como forma de vida.

El caso es fácil de palpar en el campo en donde los cogedores de café son cada vez menos. Los jornaleros que atendían la demanda de las fincas atendiendo toda suerte de labores en agricultura, ganadería y especies menores, han mutado su desempeño hacia el moto taxismo, orientadores turísticos, comerciantes de frutas; alguno otros venidos desde los ámbitos urbanos han preferido el robo, abigeato, el asalto, entre otros delitos. Es fácil observar cómo familias enteras simplemente se quedan quietas sin laborar, esperando que lleguen los subsidios del gobierno. Hay subsidios por cada hijo que tenga la madre soltera, subsidio a la tercera edad, a familias en acción, etc. El resultado de todo esto puede ser negativo especialmente en los sectores generadores de productos para la canasta familiar. Si no hay trabajadores para labrar la tierra entonces no hay cosecha. Es impresionante ver que los precios de un jornal diario en el campo cada día crecen más, superando fácilmente la suma de los $50.000. Un guadañador cobra en promedio $100.000, día, y con tendencia a seguir subiendo; y lo peor, no se encuentra mano de obra disponible, lo cual se cual amenaza seriamente la seguridad alimentaria de una región, de un país.  Los estímulos del gobierno a las clases menos favorecidas deberían mantenerse siempre que sean entregados de la forma adecuada. Uno de ellos es sin duda el otorgamiento de créditos a los productores, con tasas muy económicas o incluso tasa cero, con lo cual puedan producir desde su fundo, desde su microempresa. En una sociedad capitalista la gente no necesita que se le regale; por el contrario, si requiere de apoyo en medios de producir y el capital es fundamental en ello.  El productor sabe que debe pagar un capital que se le haya prestado y entonces, si tiene estímulos desde ámbitos como créditos blandos o insumos agrícolas subsidiados, él se encargará de devolver al sistema lo que éste le ha prestado y lo hará con creces, con producto, con mano de obra en acción.

Por eso me gustan las líneas especiales de crédito para mujeres y jóvenes rurales, créditos para maquinaria y equipos, para la producción de especies forestales comerciales, créditos para la microempresa. El Huila es pionero a nivel nacional en esquemas de crédito con tasa cero de interés a los pequeños productores. También en el sector turismo en donde los empresarios desde hace más de una década accedieron a créditos con tasas que estuvieron en el DTF +3 o simplemente en el DTF. La cartera de estos créditos, así otorgados muestra una salud admirable; los beneficiarios pagan y lo hacen con gusto pues al hacerlo sienten que el capital de deuda verdaderamente baja sensiblemente con la cuota sufragada al tiempo que reconocen que su negocio, su finca, su economía familiar está mejorando.

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