Diario del Huila

Una campaña electoral para reconstruir la institucionalidad

Feb 22, 2022

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Estamos en la parte final de la primera etapa de la contienda electoral de 2022. Si bien es cierto que, en las elecciones del 13 de marzo se elige el Congreso, es decir los senadores y representantes de las dos cámaras que lo conforman, en la práctica se ha convertido en la primera vuelta de la elección presidencial.

En un país donde la participación ciudadana en las distintas elecciones republicanas es muy baja: solo acuden a las urnas en promedio el 50% de los electores potenciales, este renacimiento de la actividad política se debe al realinderamiento de las fuerzas sociales que conforman el espectro político nacional.

Frente a la opción polarizante entre “derecha” e “izquierda” que se dio en las elecciones presidenciales del 2018, representadas por los bandos del “uribismo” y el “petrismo” hoy se perfila una tercera opción encarnada por la Coalición Centro Esperanza. Además, de los “llaneros solitarios” que van desde el populismo parroquial de Rodolfo Hernández, hasta Oscar Iván Zuluaga, el patito feo del uribismo.

Este fenómeno tiene varias explicaciones. Como punto de partida está el desprestigio y la descomposición de los partidos políticos tradicionales. Es evidente que las prácticas clientelistas y corruptas que definen el poder legislativo y ejecutivo e indirectamente el judicial le pasaron factura al andamiaje político institucional.

Luego de decenas de miles de promesas electorales incumplidas, mientras prolifera a tutiplén los enriquecimientos ilícitos de sus beneficiarios, los ciudadanos fueron abandonando las banderías políticas. No participan, porque no creen; no creen porque no los representan.

Ese deterioro de la imagen de los partidos también le pasó cuenta de cobro a las organizaciones políticas alternativas, porque en la práctica la mayoría de ellas siguió muchos de esos comportamientos clientelares o corruptos. No tener una línea política coherente y sólida a más de una forma correcta de defenderla no les ha permitido diferenciarse.

Si a eso le sumamos que la cultura política necesaria en una democracia, fue negada de manera sistemática por las élites gobernantes, por ejemplo, se eliminó del currículo escolar la enseñanza de la historia y de las instituciones políticas, no podemos extrañarnos que la apatía y la desconfianza hacia “los políticos” sea una constante nacional.

En la cultura china, dicen que “las crisis son oportunidades”. Esta profunda crisis económica, social, política, cultural y ambiental que sacude hasta los cimientos la sociedad colombiana y mundial, debe llevarnos a reconstruir, en primer lugar, la forma de gobierno, recuperando la credibilidad de la sociedad en organizaciones vitales para la democracia representativa y participativa como los partidos políticos.

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