Ernesto Cardoso Camacho
No es una frase de cajón. Es una realidad que la frágil democracia colombiana nos ofrece de nuevo para decidir, en libertad, quienes habrán de ser escogidos en la segunda vuelta del 19 de junio, para disputar la responsabilidad de dirigir los destinos nacionales por los próximos 4 años; pues según los sondeos de opinión y las percepciones que se observan, este domingo ninguno de los candidatos podrá ganar en esta primera vuelta.
No obstante, la campaña mediática del Pacto Histórico insiste en sugestionar a los electores con la frase de “el cambio en primera”, quizá porque son conscientes de que si hay segunda vuelta les será muy difícil obtener el triunfo que tanto desea su candidato Petro, pues este será su tercer intento.
Por fortuna muchos colombianos tienen plena claridad acerca de la demagogia populista que ofrece dicho cambio, porque en las actuales circunstancias del entorno económico global y de la fuerte crisis fiscal del Estado colombiano; los recursos económicos que se originan en los impuestos y en la deuda externa del país; no podrán sostener las promesas de ese cambio que el propio candidato las ha valorado en cerca de 130 billones de pesos, razón por la cual, su propuesta programática es inviable y en consecuencia, generaría una mayor frustración para las esperanzas de progreso y bienestar.
En este escenario conviene recordar que si bien es cierto tenemos muchas dificultades por superar en los aspectos económicos y sociales, tampoco es verdad que estemos en una situación calamitosa que haga imprescindible un nuevo y radical cambio de rumbo como el que ofrece el candidato Petro. Entre otras cosas, porque las devastadoras consecuencias económicas y sociales derivadas de la larga pandemia del Covid 19, han acrecentado los niveles de pobreza no solamente en nuestro país sino en el mundo globalizado de hoy. Pero además, porque su conocida demagogia busca precisamente atizar una lucha de clases que nada bueno puede dejar en una sociedad tan proclive a la violencia como la que por desgracia nos ha caracterizado en el transcurso de la historia patria.
Lo que las encuestas de opinión han revelado de manera persistente es que Petro encabeza la intención de voto pero con cifras que oscilan entre el 37 y 40; después de dos campañas electorales muy intensas y una presencia de 4 años como fuerte opositor al gobierno y al establecimiento político que combate con ardentía; mientras su rival más próximo es Federico Gutiérrez, candidato de la gran coalición del Equipo por Colombia quien en marzo registraba apenas un 4%, pero que en dos meses de campaña ha crecido de manera sostenida a niveles del 25 al30%.
Cabe destacar que si bien es cierto el candidato Fico representa lo que Petro y los demás rivales suyos llaman con cierto desdén el establecimiento corrupto, el apoyo de los partidos tradicionales en marzo pasado obtuvo cifras superiores a los 8 millones de electores lo que en cifras podría representar cerca de un 40 o 42% de apoyos electorales este domingo 29.
Por otra parte, en el escenario presidencial es evidente que los electores votan con mayor independencia de las maquinarias. Sin embargo, el llamado voto independiente o de opinión se encuentra muy diseminado entre el propio Petro, Hernández y Fajardo; mientras que los militantes tradicionales de los partidos o de esas llamadas despectivamente maquinarias clientelares, se observan dispuestas a ratificar sus mayorías ya alcanzadas en las elecciones legislativas.
De otro lado, ya es evidente que la opción del centro ideológico que quiso abanderar Fajardo se encuentra muy mermada por sus propios problemas internos, pero además, porque desde el Pacto Histórico lo satanizaron como quedó demostrado con las declaraciones de la senadora petrista; y porque el ascenso en la intención de voto de Hernández de los últimos días parece ser estimulado por quienes ya no le ven opción alguna a Fajardo, aunque también, al parecer, dicho presunto ascenso esta estimulado por ciertos medios que buscan disminuir las posibilidades de Fico en beneficio de Hernández.
En conclusión, la elección del domingo es crucial porque se da en un entorno de crisis económica y social aupada por el discurso populista de Petro y Hernández. Con Petro se corre un alto riesgo de un salto al vacío como los de Venezuela y Nicaragua; mientras que con Hernández, otro alto riesgo por su temperamento pendenciero y su discurso incendiario contra la corrupción, olvidándose que pronto será llamado a juicio por actos de esa naturaleza cuando ofició como alcalde de Bucaramanga.
La opción sensata, serena, respetuosa de las libertades de la democracia, que convoca a la unidad nacional para realizar un indispensable cambio en orden y seguridad y que al tiempo ofrezca oportunidades de crecimiento económico y bienestar social; lo representa sin duda Federico Gutiérrez por quien invito respetuosamente a mis amables lectores a darle su voto de confianza.
