Por: Carlos Tobar
Por el fragor de la campaña presidencial no había podido escribir sobre la guerra de Rusia con Ucrania. Que, es tal vez el conflicto armado entre países que más está afectando a todo el planeta.
Es evidente que parte de la inflación actual, particularmente en costos de energía y alimentos, está alimentada por ese conflicto. Tanto Rusia como Ucrania son productores importantes de hidrocarburos, granos, aceites, minerales estratégicos, materias primas para fertilizantes…, que al escasear en el mercado mundial dispara los precios hacia arriba.
Pero, no es de sus indeseables efectos de los que quiero hablar. Quiero tratar de explicar la naturaleza de esa guerra. Digamos que la invasión de un país pequeño por una gran potencia económica y militar es una de las últimas acciones anacrónicas de los viejos poderes imperiales que encarnaron las potencias coloniales que durante 500 años se repartieron el mundo. Buscaban mercados vasallos para acrecentar su poder, negando a los pueblos de las regiones conquistadas la soberanía, la libertad, el progreso. Las colonias hispanoamericanas fueron víctimas destacadas de ese poder colonial.
Cuando después de las dos guerras mundiales imperialistas del siglo pasado, se abrió paso el poderoso movimiento de descolonización, todas las potencias coloniales e imperialistas empezaron a perder el control directo de sus posesiones territoriales.
Así pasó con Holanda, Bélgica, Francia, Alemania, el Reino Unido, Estados Unidos…, tal como había ocurrido en la primera guerra mundial con el imperio Austro-Húngaro y el imperio Otomano.
El imperio de los zares rusos fue heredado y consolidado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) que mantuvo el control de muchos de los pueblos que conformaban nacionalidades independientes de la nación rusa.
Con la caída y disolución de la Urss a comienzos de la década de los noventa del siglo pasado, muchos de esos pueblos oprimidos se liberaron del control ruso independizándose. Entre ellos Ucrania una nación que había venido consolidándose desde la primer guerra mundial.
En la confrontación entre las viejas potencias imperialistas que libraron la “Guerra Fría”, Estados Unidos y Rusia, de la queda aún importantes resquemores y prevenciones, Ucrania es el campo de batalla entre el statu quo de los países de occidente liderados por EE.UU. y Rusia que pretende reconstruir la “madre de todas las Rusias”.
Ninguna pretensión imperial de “seguridad” puede arrasar con el derecho de un pueblo a su autodeterminación y soberanía nacional.
