Diario del Huila

Una nueva oportunidad de vida III

Ago 11, 2022

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Salud Empática

Por: Adonis Tupac Ramírez

Aproximadamente 10 meses después volvió a llegar a urgencias pero esta vez no como paciente sino acompañando a una mujer que se había cortado una mano, me contó que hace seis meses estaba en un centro de rehabilitación, que estaba juicioso y que era un monitor del grupo por lo que había podido salir a acompañar a la chica que estaba herida, ella había llegado hace menos de un mes al centro. Esta vez estaba recuperado, había ganado peso, ya tenía el cabello bien arreglado al igual que la barba, aun le faltaban parte de sus dientes pero eso no le impedía sonreír y mostrar bondad; es impresionante como una sonrisa diáfana, cristalina y bondadosa puede llegar al alma aun sin tener dientes.

Hablamos unos minutos más y después no lo volví a ver hasta este día.

Nos dimos un gran abrazo, me llenó de felicidad verlo, su sonrisa ahora estaba llena de dientes y solo mantenía su bigote, yo le tomé del pelo por el bigote y por los dientes nuevos, en ese momento creo que el caldo paso a un segundo plano, me lo tomé mientras hablábamos con Roberto. Nos dijo, doctores yo quiero confesarles algo, ese día que Uds. me dieron salida, yo aproveche para poder mostrar mis heridas a las personas y pedir plata y como estábamos en pleno San Pedro, logré recolectar mucho dinero, inmediatamente me fui para la olla y me lo fume todo en bazuco, volví a la calle nuevamente y a lo mismo; pero sus palabras me seguían resonando en la cabeza, esas palabras de dejar el vicio y que yo era capaz y podía recuperar mi familia. Dos meses después desperté en la mañana y decidí ir al centro de rehabilitación y desde ese día inicié mi recuperación.

Seguimos conversando animadamente, me contó que el dueño de “Caldo Parao” le había dado la mano, que le ayudó durante su proceso de rehabilitación y que le había dado trabajo, que era prácticamente su mensajero y que era tanta la confianza que le tenía que incluso él era el responsable de hacer consignaciones en el banco. Su proceso había sido duro pero ya llevaba más de dos años sin consumir, había retornado a Pereira a buscar a su familia, que fue difícil pero a raíz de su cambio lo habían perdonado, mantenía buenas relaciones con su exesposa; comenzó a buscar en sus bolsillos y sacó su billetera, esculcó dentro de ella, la tenía llena de papeles y documentos y fotos; tomó una de las fotos y me la enseñó, estaban sus dos hijos, ya mayores de 16 años ambos, un hombre y una mujer, sus ojos brillaron cuando veía la foto y la acariciaba y me la mostraba y en ese momento pronunció las palabras que quedaron grabadas en mi memoria, doctor estos son mis dos hijos, soy feliz, HE RECUPERADO A MI FAMILIA.

Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad, nos dimos un gran abrazo y Roberto me agradeció todas las palabras que yo le había dicho durante su hospitalización y me dijo que ahora sí había cumplido la promesa que me hizo, la de dejar la droga y buscar su familia.

Las palabras son profundas y poderosas y no imaginamos cuántas de ellas pueden influenciar de forma positiva o negativa a diferentes personas. Sigo aprendiendo a cuidar las palabras, a decirles de forma correcta y con gran responsabilidad.

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