Diario del Huila

Vida del Venerable Monseñor Pedro Ismael Perdomo Borrero

Nov 6, 2021

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El Plan de Evangelización de la Arquidiócesis de Bogotá se enriquece notablemente con la mirada retrospectiva sobre las figuras señeras de la historia particular. Entre ellas destaca el Venerable Ismael Perdomo, Arzobispo de Bogotá entre 1928 y 1950. Apóstol de la Paz, conocedor de toda la Arquidiócesis, promotor de múltiples iniciativas sociales y caritativas, prudente pastor en medio de graves acontecimientos políticos y obediente a la Santa Sede hasta el heroísmo, nos dejó además el espléndido testimonio de su preocupación por la formación y santidad de los sacerdotes: la construcción del Seminario Mayor, baluarte arquitectónico de la ciudad.

El Venerable Pedro Ismael Perdomo Borrero nació en Gigante (Huila), el 22 de febrero de 1872. Hijo de don Gabriel Perdomo Cuenca y doña María Francisca Borrero Silva, una familia del Tolima Grande, ejemplo de fe y valores morales. Era el mayor de ocho hermanos.

Resumen

Ismael, según la Biblia, significa “Dios ha escuchado su oración”. A la edad de cuatro años su familia se trasladó a Neiva donde realizó sus estudios primarios y de bachillerato. Fue un estudiante muy aplicado y alegre. Le encantaba el deporte, actividad en que prefería la natación y los ejercicios de gimnasia que exigieran grandes esfuerzos.

En los días de vacaciones gozaba montando a caballo y atravesaba a gran velocidad los potreros de la finca de su padre, esto le sirvió de entrenamiento para los larguísimos viajes que realizó en su vida pastoral.

Terminó sus estudios de bachillerato en Neiva e ingresó al Seminario de Bogotá en 1889. Desde 1895 estudió Teología en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma, hasta obtener el grado de Doctor en Teología Sagrada en 1897. Fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1896 por el Emmo. Cardenal Lucido M. Parrochi.

Regresó a Neiva en 1899 y fue designado como vicerrector del Seminario de Garzón (Huila); posteriormente fue nombrado canciller de la Diócesis del Tolima. Fue preconizado por S.S. León XIII primer Obispo de Ibagué, primera diócesis desmembrada del Tolima y consagrado el 19 de junio de 1903 en Roma por el Emmo. Cardenal Francisco María Gotti. De 1908 a 1919 fue Secretario de las Conferencias Episcopales reunidas en Bogotá. El 5 de febrero de 1923, Su Santidad Benedicto XV le promovió a la Sede Titular de Trajanópolis como Coadjutor del Arzobispo de Bogotá, Monseñor Bernardo Herrera Restrepo, con derecho a sucesión; lo que sucedió efectivamente el 2 de enero de 1928. En 1949, fue nombrado también Vicario Castrense de las Fuerzas Armadas de Colombia.

Dedicado al gobierno de la Arquidiócesis, emprendió la construcción del edificio del Seminario Mayor, dejó instalado el Seminario Menor y fundó la Escuela Apostólica San Benito en Sibaté. A causa de los disturbios del 9 de abril de 1948, el Palacio Arzobispal quedó destruido y hubo necesidad de trasladar su residencia al Seminario Mayor de Bogotá.

En marzo de 1950, su salud ya muy quebrantada por espacio de dos años, sufrió una crisis definitiva. Murió el 3 de junio de 1950 y sus restos reposan en la Capilla de la Inmaculada de la Catedral Primada.

La convicción de que Monseñor Perdomo ejercitó las virtudes cristianas en forma extraordinaria, especialmente las propias de su cargo pastoral, movió a sus sucesores a promover el proceso necesario para su beatificación y canonización, abierto desde 1962.papa Francisco, recibiendo y confirmando los votos de la Congregación para las Causas de los Santos, declaró el 7 de julio de 2017 que constan en grado heroico las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad a Dios y al prójimo, además de las cardinales de Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza, y aquellas anexas, del Siervo de Dios Ismael Perdomo, Arzobispo de Bogotá, concediéndole así el título de Venerable.

¿Cómo nació su vocación?

El 2 de junio de 1887, Jueves de Corpus recibió la primera comunión de manos de su profesor, el padre Leónidas Medina, desde ese día sus lecturas preferidas fueron el Devocionario católico y la vida de los santos.

En casa repetía los sermones que escuchaba en el templo y arregló una de las habitaciones como oratorio para retirarse a rezar en soledad. Un día en clase de religión, el padre Medina les habló sobre el sacramento del orden y les explicó lo importante que es el sacerdote para los fieles católicos.

Les dijo, entre otras cosas “Un sacerdote es una parroquia que no muere, un templo que no hay que cerrar, un sagrario donde siempre está Jesús para consolar y bendecir”.

Un sacerdote es una cantidad de almas libres de la angustia, del vicio, de las malas costumbres, es un inmenso rebaño de moribundos conducidos a la paz de Dios, a la eterna salvación.

Ismael escuchó esta charla con emoción y al final de la clase le dijo al Padre, “Yo deseo ser sacerdote, ¿quiere ayudarme a conseguirlo? Al padre Medina no le fue difícil conseguir el cupo en el Seminario de Bogotá, porque las notas que traía de su alumno eran excelentes.

Ahí estudio seis años, en un ambiente de paz y oración. En 1894 recibió la orden del subdiaconado, después de haber estudiado tres años de Filosofía y otros tres de Teología.

1895: un largo camino a Roma

El nuncio apostólico pidió a los superiores del seminario que escogieran dos de sus mejores alumnos para enviarlos a Roma a especializarse, al ver las notas sobresalientes de Ismael, lo recomendó junto con otro seminarista.

Emprendieron el viaje con el obispo de Garzón, el padre Esteban Rojas. La guerra civil del 95 los sorprendió en pleno rio Magdalena, viajando hacía Barranquilla. Los guerrilleros atacaron la barca y después de robarles todo los dejaron en la orilla del rio Ambalema. Los seminaristas huyeron en una canoa, pero pronto vieron otra embarcación que se dirija hacia ellos.

Imaginando que era otro grupo de guerrilleros pidieron con mucha fe la protección de Dios, pronto se dieron cuenta que era una columna del Ejercito, enviada para escoltarlos hasta Barranquilla. Allí el arzobispo los recibió y les dijo “Bienvenidos los mártires de la fe, que expusieron valientemente su vida”.

Antes de llegar a Roma visitó en Francia el santuario de Lourdes para encomendarle a la Virgen su vocación.

En Roma, el seminarista Perdomo estudió en el Pontificio Colegio Pio Latino Americano y en la Pontificia Universidad Gregoriana. Por sus dores intelectuales el Colegio lo seleccionó para representar a sus 250 compañeros en una competencia teológica, donde participaron 1000 estudiantes, Perdomo se llevó el triunfo por unanimidad.

Continúe leyendo su historia en una próxima entrega que realizará esta Casa Editorial con el fin de rendirle un homenaje al Monseñor opita Pedro Ismael Perdomo Borrero.

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