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Viendo por la vida con la venta de gafas y monturas

Sep 20, 2021

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Diario del Huila, Crónica

Por: Hernán Guillermo Galindo

Fredy Tovar lleva dedicado 20 de sus 54 años a la venta callejera para sacar adelante a la familia. Aunque en principio encontró oposición de la Asociación de Optómetras, hoy se complementan. Esta es su historia.

Freddy Tovar es un hombre de 54 años que se sitúa hace cerca de 20 junto al edificio de la Caja Agraria, en la esquina de la carrera sexta con calle octava de Neiva, de alto desplazamiento de personas, muchas de ellas oficinistas y de alguna edad. Tierra fértil para su oficio.

Es que allí se estaciona a ofrecer toda clase de gafas y monturas para todos los gustos y necesidades. Además, las repara, si llega un cliente y necesita cambiar un lente o tiene un daño en el marco, que soluciona con un simple tornillo. A todo le tiene respuesta.

Nació en el municipio de Guadalupe, pero se declara neivano porque lleva muchos años en la ciudad capital, de la que está agradecido.

“Nací en mi pueblito, pero hace muchos años nos vimos con mi madre, en busca de las oportunidades que podía ofrecer la capital para salir adelante. No fue fácil, las opciones eran escasas y desde esa época estamos luchándola en la calle, luchándola en el rebusque, así hemos podido salir adelante”, relata.

Hace memoria y recuerda los primeros años en Guadalupe. Estudió hasta primero de bachillerato porque la situación económica no lo permitía y por eso se vienen para Neiva.

“Mi mamá que aún vive y es comerciante. Tuvo seis hijos. Mi viejo, que era agricultor, ya murió”, comenta con tristeza que se refleja en el rostro.

Sus inicios como comerciante se dan cuando termina el servicio militar. Inicialmente vive seis años en Cali en donde trabajó de escolta.

En el Valle conoció a Sandra Milena Motato, su esposa, con quien retorna a Neiva y se queda definitivamente. “Ella se dedica al hogar y con lo del comercio sacamos adelante a tres hijos. Uno de mis hijos es policía, la hija es psicóloga y enfermera mientras que el menor trabaja en lo que llaman obra blanca”, explica.

Vendedor de gafas

Después de viajar por los pueblos vendiendo mercancía, cacharros, toda clase de objetos y de trabajar como mesero en clubes como el Social y el Hotel Plaza y ante la situación que se le fue poniendo difícil es que Freddy decide dedicarse a la venta y reparación de gafas.

“Un amigo que venía de Cali vendía gafas de aumento, comencé a colaborarle él me enseñó y hasta el sol de hoy trabajo en el negocio de las gafas.  Ya llevo 20 años en esto”, cuenta.

Al principio los optómetras se quejaron y hubo oposición, pero gracias a Dios, dice, la doctora Yolanda Álzate, de la Asociación de las Ópticas nos dio la mano y terminaron dándonos el visto bueno y la posibilidad de trabajar, recuerda.

“La clientela es variada, todo mundo llega con su marquito. Desde médicos, profesionales, trabajadores, amas de casa, pensionados, vienen con el número de la fórmula en busca de solución. Las gafas que están clínicamente definidas y uno con la experiencia adquirida y el conocimiento que da la experiencia, les despacha”, comenta.

Las que más piden son las que se necesitan para leer y los costos son muy económicos. “A diez mil pesitos y hay quienes piden rebaja y, de acuerdo al cliente, uno rebaja algo y se las deja a ocho mil, dice con una sonrisa.

Tovar además ofrece servicio técnico que es muy importante porque la gente llega constantemente por el tornillito, que la patica, el lente, el estuche y eso también ayuda a las ventas, argumenta.

Sobre trabajar en otra cosa no lo considera ya que a él le ha ido muy bien en su oficio que le aportó para el estudio de los hijos, el sustento diario.

“Uno quisiera organizarse, con local propio, pero la situación no da”, se queja.

El lugar está adscrito por la Alcaldía Municipal, por eso debe pagar impuesto, Cámara de Comercio, todo lo legal.

Fredy también tiene sus ratos libres. Le gusta montar en bicicleta y leer, aún en su lugar de trabajo, para pasar el tiempo y para distraerse. Paradójicamente, utiliza de las mismas gafas que vende. “Actualmente, la 1.75, la fórmula me la regaló la doctora Yolanda”, comenta.

Covid-19 lo golpeó

Tovar es creyente de los de misa y rezos, cuenta y reflexiona para agregar que le dio Covid, estuvo aislado, pero gracias a Dios se recuperó. “Fue difícil el tema de la salud, además en lo económico, pero ahí vamos saliendo adelante, poco a poco”, agrega, optimista.

Finalmente, pide que los apoyen en su trabajo y envía un mensaje de optimismo: “Con fe en Dios y trabajando disciplinadamente se puede salir adelante. Hay que seguir luchando, que la gente sea trabajadora para poder salir adelante”.

Viendo por la vida con la venta de gafas y monturas

Lo de la reparación y los repuestos para las gafas también es lo suyo.

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