Diario del Huila

Vino artesanal con sello huilense

Jul 29, 2021

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DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA

Por: Hernán Galindo

Luis Eduardo Durán Manrique a sus 75 años después de pasar por varias labores en su vida se dedica a procesar vino de manera artesanal que elabora a partir de uvas producidas en Tello, Villavieja y en la Ulloa- Rivera.

Luis Eduardo Durán Manrique recuerda su niñez que considera normal de una familia más o menos acomodada de la época. Su papá era curtidor tenían una fábrica de curtidos, “Curtidos Durán”. Su señora madre perteneció a las familias pioneras arroceras en el Huila.

Después de culminar el bachillerato que curso entre Neiva y Bogotá, se hizo piloto, pero no alcanzó a volar sino unas 200 horas. “Quería ser piloto de fumigación y comenzó a ser difícil ejercer esa profesión en Colombia por lo que se dedicó a otras labores”, cuenta.

Eran 9 hermanos y con el 10, unos se dedicaron a la curtiembre otros al tema de los mariscos, productos de mar. Cada quién tomo su camino. Algunos viven en Bogotá y otros básicamente las mujeres varias emigraron a Estados Unidos.

Antes de dedicarse a la elaboración de vino artesanal tuvo una cevichería, “El caracol rojo” que fue muy conocida en neiva en la carrera séptima con calle séptima y luego en la séptima entre séptima y octava edificio el paso, en donde alcanzó a estar cerca de 10 años.

El vino artesanal

Llega a los vinos artesanales como hobby por inquietud que le nació de su padre. “Le llamó la atención y se fue metiendo poco a poco, estudiando investigando, experimento, aprendiendo sobre la fermentación, los cuidados y básicamente cómo era el proceso en su conjunto, hasta obtener un vino de calidad de manera artesanal”, dice con orgullo.

Lo que lo impulsó en los últimos años es la aparición de cultivos de uva, especialmente isabelita en Tello, luego en Villavieja y finalmente en la Ulloa-Rivera.

El proceso

“Compro la uva en la Ulloa y Rivera y la proceso de manera artesanal no he sido cultivador, pero me gustaría tener unas dos o tres hectáreas en vides para perfeccionar el trabajo”. Considera que el vino que saca es de buena calidad por la fermentación y la maduración. Se ayuda con levaduras extranjeras que dan buenos aromas y le ha dado resultado para contribuir a la calidad del vino que produce, agrega.

“El comienzo es quitar el raspón donde va pegada la uva por qué es lo que trae residuo vegetal y le da mal sabor en el momento de la fermentación, luego se quita la semilla también. Más adelante se le agrega al mosto o sea al jugo de la uva, la cáscara que contribuye a darle sabores especiales.

Otra forma es suprimiendo los hollejos, pero para los vinos tintos se utiliza y se fermenta inicialmente con la cáscara qué es la que le da el color y de paso los sabores especiales ese es más o menos el proceso. La fermentación dura unos siete días. Cuando se ha cumplido la fermentación se saca esa cáscara y se exprime con las presas especiales. Se aparta el vino primario porque ese es el de menor calidad y entonces ya viene el vino de buena calidad. La fermentación es una cuestión natural a base de las levaduras que la propia uva tiene”, continúa.

Luis Eduardo tiene marca para su vino; se llama “vino artesanal la cava del monje behodo”. En la etiqueta está un monje tomándose unos vinillos y se nota medio ebrio, relata y ríe.

Le han ofrecido asociarse, pero considera que por ahora no hay necesidad tiene de que vivir. Con los aparatos que él mismo ha hecho como fermentadores produce entre 50 y 60 botellas al mes. “Básicamente es vino tinto inicialmente, pero puede ser dulce o puede ser seco”, añade.

Los vinos artesanales en Neiva y cercanías se producen básicamente en la Ulloa o en Tello. Cada quien tiene su manera de elaborarlo. “Yo aquí lo preparó como les conté sacándolo con la mejor uva seleccionadas y a mano no he ido a ferias, pero me gustaría presentar el producto a nivel regional y nacional.

Otra inquietud que tiene es mejorar las máquinas como una despalilladora por ejemplo para no hacerlo de manera manual sino, aunque sea una máquina rudimentaria pero más eficiente y una    estrujadora qué es como un trapiche que muele la uva, pero sin dañar la semilla porque ahí ya se dañaría todo el proceso”, indica.

Para este artesano del vino le gustaría ver su trabajo convertido en industria, pero no tiene ningún tipo de afanes. Si aparece un socio que valga la pena, podría llegar a producir entre 500 a 600 botellas semanales.

No es una inversión demasiado onerosa porque son productos que se dan en la región. Sería comprar 200 arrobas de uvas a un promedio de $12000 de acuerdo al momento de la cosecha. “El vino que produce lo vende a clientes locales y especialmente a compradores en Barraquilla que le piden entre 100 y 150 botellas. El costo de la botella es de $15.000 con vino tinto con un grado de 15% de alcohol”, comenta.

Por último, Luis Eduardo Durán Manrique indica dónde lo pueden contactar. Es el celular 321 473 2441 que aparece en la etiqueta. Tiene Facebook, pero poco interactúa con las redes, concluye.

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