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‘Yo no le he cerrado las puertas de la educación a nadie’

Oct 2, 2021

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DIARIO DEL HUILA, MUY PERSONAL

Por: Rolando Monje Gómez

Fotografías: Tatiana Ramírez

Más de cincuenta años como educadora cumplió Orfilia Otálora de Ríos, y aunque ya está pensionada ella sigue muy ligada a los estudiantes de su colegio, incluso aún se comunica con muchos de los que en algún momento fueron sus alumnos. Aunque nació en Icononzo, Tolima, fue en Neiva donde desarrolló la mayor parte de su profesión para el servicio de la sociedad.

“Un día íbamos en bus para mi pueblo. Yo iba con mi padre y estaba sola sentada en las bancas de atrás. Cuando llegamos me di cuenta que había una billetera con mucha plata. Sorprendida y emocionada le conté a mi papá y le mostré lo que me había encontrado. Él me la quito y me dijo que yo no me había encontrado nada y buscó al dueño y se la encontró. Viendo lo que había hecho con la billetera le reclamé por lo que había hecho y él me respondió: ‘Lo que uno se encuentra en un círculo cerrado tiene dueño. No todo lo que uno se encuentra es de uno”, así recuerda sus primeros años de vida Orfilia Otálora de Ríos, fundadora del Gimnasio Moderno en Neiva.

Aunque ya no dicta clases, coordina muchas cosas dentro del colegio.

Ese pasaje a lo largo de su vida es considerado por ella como una de las grandes enseñanzas de su padre, quien junto con su madre eran concejales en el municipio de Icononzo, Tolima, el mismo lugar donde nació hace ya 72 años.

Aunque tolimense, Mami Orfi, como la conocen sus alumnos, llegó a Neiva procedente de Santa Marta, Magdalena, donde vivía con su esposo, un funcionario del Incora. “Cuando lo trasladaron solicité al Ministerio de Educación mi traslado como maestra, fue así como fui nombrada en el Jardín Infantil Nacional, una institución que hoy funciona en la carrera Segunda con Avenida Circunvalar. Ahí trabajé 34 años, hasta que me pensioné”, comenta.

De sus años en Icononzo afirma que fue muy feliz, “en mi infancia estudié en la escuela urbana. En el pueblo no había luz sino hasta las nueve de la noche, el agua era embarrada, pero uno podía salir a la calle hasta tarde sin correr peligro. Bailábamos con vitrola o con un tocadiscos de pilas y los sábados íbamos con las amiguitas a las fincas a pasear”.

Era la tercera de cinco hermanos, ella era la del medio y reconoce que como estudiante no era la mejor, pero si estaba dentro de las mejores.

“Para mí es indispensable que los padres estén vinculados a la educación de sus hijos, como maestra soy como una mamá, perseverante en la enseñanza”.

“El bachillerato me fui a hacerlo a Fusagasugá, era comercial pero no me gustó, por lo que luego mi papá me llevó al Sagrado Corazón de María de las Claretianas en Bosa y luego de un fracaso económico familiar me llevaron a la Normal Nacional de Señoritas de Ibagué donde terminé. Yo quería ser maestra pero a mi papá no le gustaba”, afirma.

Ya graduada como bachiller normalista Orfilia volvió a su pueblo donde empezó a trabajar, luego fue trasladada a Flandes y posteriormente al Espinal, Tolima, donde se casó. “Tenía 23 años y para la época ya era como medio solterona”, comenta entre risas.

Orfilia siempre ha sido muy trabajadora, comprometida, y donde ha estado siempre se ha distinguido por ser muy colaboradora y cuando llegó a Neiva unas compañeras le ofrecieron que montaran un colegio, propuesta que en ese no la consideró porque ya tenía un hijo, trabajaba y estudiaba administración educativa en la Universidad Surcolombiana.

Ya son más de cincuenta años como educadora, son varias, sino muchas las generaciones que han estado bajo la tutoría de Mami Orfi, estudiantes de los que hoy se siente muy orgullosa.

Abriendo colegio

Trabajando en el Jardín Nacional, Orfilia veía como muchos padres que buscaban un cupo para sus hijos no lograban matricularlos, quedándose bastantes de ellos sin dónde estudiar. Fue ahí cuando decidió poner a funcionar la propuesta que años atrás le habían hecho de montar un colegio.

“Con una compañera tomamos la decisión de abrir un colegio y salimos a buscar una casa. El dueño nos entregó las llaves y nos permitió empezar a pagar tres meses después. Inicialmente nos asociamos cinco profesoras y entre todas salió el nombre Gimnasio Moderno. Cuando arrancamos, una a una se fueron retirando por diferentes motivos hasta que quedé sola y luego de estar en diferentes sedes, finalmente llegamos a donde estamos hoy, en el barrio El Jardín”, indica.

No fue una época fácil para Orfilia, pues tuvo que hipotecar la casa familiar en el barrio ‘Cándido Leguízamo’ y consiguió un préstamo del Banco Ganadero (hoy Bbva). “Siempre he sido una trabajadora incansable y atendía las labores en el Jardín, en el Gimnasio Moderno, estudiaba en la Usco y estaba pendiente de mi familia”, comenta con alegría.

Cuando arrancó como única dueña de su proyecto de vida, el Gimnasio Moderno que este año cumple 40 años, inicialmente con sus hijos y su esposo se iban el domingo a hacer arreglos en el lote que había comprado. “Los papás de mis alumnos han sido claves para el crecimiento del colegio aportando dinero, materiales y todo con lo que podían apoyarnos”.

La idea del colegio nació el 26 de octubre de 1981 pero arrancó en enero de 1982, iniciando con el bachillerato en 1994, entregando así la primera promoción de bachilleres en 1999. Ya son 22 promociones las que le ha entregado a la sociedad.

Orfilia siempre ha sido muy trabajadora, comprometida, y donde ha estado siempre se ha distinguido por ser muy colaboradora.

La profesora Orfilia Otálora de Ríos considera que “lo que hace diferente este colegio es que los papás creen en mí, yo les tengo mucha paciencia, no le he cerrado las puertas de la educación a nadie. Para mí es indispensable que los padres estén vinculados a la educación de sus hijos, como maestra soy como una mamá, perseverante en la enseñanza”.

Mami Orfi ha llegado al punto de que si uno de sus alumnos no quiere ir al colegio, de esos indisciplinados, los pasa a recoger a sus casas. “Para formar un estudiante se gasta más tiempo que instruyéndolo, si a los niños los formaran con más bases morales no habría corrupción2, afirma.

Es así como la experiencia de la billetera que se encontró en un bus rumbo a Icononzo, el mensaje de su padre lo ha institucionalizado en el colegio. “Aquí no se puede perder nada, lo que un estudiante encuentre debe entregarlo a la secretaria y el dueño, que debe ser del colegio, lo reclama después”, expresa.

La educación de hoy

Para Orfilia Otálora de Ríos la educación de hoy está muy avanzada pero como acelerada, se les olvida lo básico, considera que hay muchos avances pero no está en hacer persona a los niños, “es una educación muy superficial en lo moral, que sigue siendo para mi muy importante. A los maestros de hoy en general les falta más dedicación, más comprensión hacia el alumno, ellos tienen muchos conocimientos pero no saben mucho de formar a la persona”, afirma con toda la autoridad que le permite la experiencia.

Aunque ya no dicta clases, coordina muchas cosas dentro del colegio y afirma que vive agradecida de la vida. Tiene dos hijos, uno es ingeniero industrial y también dedicado a la educación, y el menor es médico pediatra. Tiene cuatro nietos. Ella es muy querendona con todos, sus nietos, sus hijos y sus alumnos.

La señora Orfilia se define como una mujer agradable, que enseñó algo en la vida para hacer mejores personas y considera que siempre se ha caracterizado por la sinceridad, la entrega y el amor.

La idea del colegio nació el 26 de octubre de 1981 pero arrancó en enero de 1982.

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