Diario del Huila

El Quimbo y el Pacto Histórico

Ago 27, 2022

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Amadeo González Triviño

La concesión para la construcción de la represa EL QUIMBO, en el centro del Departamento del Huila, y para generar energía que beneficia los capitales extranjeros, se constituyó como una gran herencia del uribismo en nuestra región y hoy por hoy, es desconocido el sentimiento de arraigo de la población que la circunda y las mismas autoridades judiciales, administrativas y políticas del Departamento, al igual que de la nación toda, han estado de espaldas a las comunidades y al dolor y la angustia que se genera día a día, con ese desastre que se ocasionó entre las gentes de la región.

Es hora de que si hablamos del cambio, si hablamos de política de una nueva visión del reconocimiento de la dignidad humana, por esas palabras que han sorprendido a medio país, cuando el Comandante General de la Policía de Colombia, pregonó la necesidad de una “Seguridad Humana”, es hora de que a su vez, el señor Presidente, retome la idea de revisar y ponderar de la mejor manera, la situación real y verdadera de lo que aconteció con este drama social y humano que ahora es la represa EL QUIMBO, entrelazando las poblaciones de Agrado, Gigante, Garzón, principalmente y que vincula en cierta forma a otros municipios vecinos.

Algunos amigos de la región no tienen cifradas muchas esperanzas en un reconocimiento de sus derechos por la nueva administración, se pregona que las políticas estatales que dejó la herencia de los gobiernos anteriores se ha de respetar y se ha de acatar para que la forma de burla de las comunidades perdure en el tiempo y en las consecuencias que han traído aparejadas para los gremios campesinos, ganaderos, agricultores en general y demás propios del centro del Departamento del Huila, como lo expusimos con el drama humano en Huellas de Garra, al hacer en forma jocosa y armónica con la realidad, un espejo del drama humano que se ocasionó con la construcción de la represa El quimbo.

Volvamos los ojos a lo nuestro, recordemos que no tenemos representación en el Congreso de la República, fuera de una voz, que sola no podrá rescatarnos del olvido. Por tanto, somos nosotros mismos los que tenemos que propiciar desde ya, un movimiento social, político y humano, que demande, que luche, que haga posible lo imposible: revisar las formas de indemnización y de reubicación de las gentes que fueron afectados por la multinacional encargada de la construcción del Quimbo, y ejerzamos de todas maneras, las acciones para exponer la forma como esas normas que regulan la expropiación para este tipo de obras, fueron malinterpretadas o dejas de aplicar en su integridad por los encargados de la administración de Justicia, a nivel nacional, desde la provincia y hasta las altas Cortes.

No olvidemos que este tipo de obras que afectan el medio ambiente, que generan desplazamiento ciudadano a granel, como ha sucedido, que afecta la economía de las regiones y de prósperas actividades productivas como en efecto lo era la zona de aproximadamente trece mil hectáreas afectadas por la construcción, requerían y exigían, como deben exigirlo y requerirlo para próximos eventos, una socialización integral, donde las comunidades se pronuncien democráticamente sobre la conveniencia o la negativa a la construcción de estas obras.

Estas son ideas que reclaman y exigen un pronunciamiento claro e inmediato de nuestros dirigentes y del actual gobierno nacional. Las comunidades deben empezar a pronunciarse, antes de que lo hagan los que inician un proceso electoral, que como se sabe, solo podrán anunciar promesas y más promesas que nunca llegarán a un buen final, como lo vivimos en los actuales momentos.

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