Diario del Huila

Prepararse para lo peor

Jul 14, 2022

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Luis Guillermo Vélez Cabrera

Abogado

Hace unos días el exministro Mauricio Cárdenas advirtió en su columna semanal en El Tiempo sobre la naturaleza múltiple del nuevo régimen petrista, lo que los psiquiatras llaman desdoblamiento de la personalidad, donde la retórica no cuadra con los hechos y estos no cuadran con los protagonistas.

La patología se ilustra mejor cuando se examina la composición del nuevo gabinete. Por un lado, están algunos exalumnos del gobierno del presidente Santos, experimentados, serios y ponderados, que se podrían describir como de tendencia social demócrata al estilo europeo. Por el otro, están los radicales de izquierda, los socialistas, muchos provenientes de la oposición contestataria, sin ningún tipo de practicidad, embebidos en la ideología y con un listado de agravios por despachar con fanatismo.

La pregunta que todos se hacen a estas alturas es cuál será el desenlace de esta combinación un tanto esquizofrénica. ¿Triunfarán los moderados? ¿Seguirá siendo Petro el lobo con piel de lobo -como lo describió famosamente Felipe López- o se convertirá en una oveja con colmillos? ¿Qué pasará con los radicales, los que llevan desde el monte o desde las aulas cuarenta años soñando con la revolución y que no parece que se vayan a conformar con ser actores de reparto en un gobierno burgués? ¿Dónde está el corazón del nuevo presidente, en el legado sabio de Pepe Mujica o en la monstruosa experiencia del narco estado venezolano?

Es el momento de esperar lo mejor y prepararse para lo peor

¿Cuándo nos ahogue el tsunami económico -que ya está camino- provocado por el aumento de tasas en Estados Unidos y por la desconfianza en los mercados emergentes, sumados a la imparable inflación, el creciente déficit fiscal y la incertidumbre entre los inversionistas nacionales y extranjeros sobre el nuevo gobierno, cómo reaccionará? ¿Reculará sobre los aspectos más estetizantes de su programa (acabar con las EPS, por ejemplo) o profundizará en la receta socialista, imponiendo controles de precios y de capitales y expropiando los medios de producción?

Hasta ahora no hay respuestas. La experiencia que se vivió en la alcaldía de Bogotá no es tranquilizante. Los moderados, como Antonio Navarro Wolf, salieron corriendo después de un par de meses de gestión, desesperados por la improvisación y el desgreño. Los caprichos ideológicos del entonces burgomaestre lo llevaron cometer actos, algunos ilegales, que tuvieron serias repercusiones en la ciudad: inundación de basuras, motos eléctricas inservibles, colegios a medio hacer, una prestadora de salud distrital quebrada, un POT suspendido y, en general, un caos del cual la ciudad todavía no se ha recuperado.

Ahora el experimento será en grande, los sueños petristas tienen ambiciones universales. El llamado a la unidad nacional, celebrado en esta columna, hay que tomarlo en serio, no porque sea una patente de corso para imponer una utopía revolucionaria sino porque es una oportunidad para apuntalar la moderación y la sensatez. De todas formas, las perspectivas no son halagadoras. Es el momento de esperar lo mejor y prepararse para lo peor.

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