Diario del Huila

Protocolo social cristiano

Ago 27, 2022

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La columna de Toño

Por el Padre Toño Parra Segura                                 

padremanuelantonio@hotmail.com

Jesús tenía contacto con todos: enfermos, pecadores, paganos y en especial con los fariseos, enemigos declarados. Aprovechaba siempre esos encuentros para cuestionar a las personas y dar un mensaje. Es lo que hace en la comida que nos relata San Lucas en este  Domingo  22 del tiempo ordinario en el ciclo  C. de la Liturgia católica, en casa de un jefe de los fariseos.

Dos lecciones importantes y sencillas nos regala la palabra de hoy: Lección de humildad con ocasión del afán por ocupar los primeros puestos en la mesa, y lección sobre la caridad desinteresada con ocasión de la elección de los invitados a un banquete.

Ya en el libro de los Proverbios encontramos alusión a la primera lección: “No te des importancia en presencia del rey, ni te coloques entre los grandes; porque es mejor que te digan “sube acá”, que verte humillado ante los nobles” (Prov. 25, 6 y 7). Jesús es un buen psicólogo, observador y conocedor de la intención profunda del corazón humano y directo en su lenguaje para insinuar el cambio en las actitudes de los hombres.

Reprueba el deseo de figurar, de llamar la atención de auto-promocionarse, de alarde de ciencia y de contacto con los grandes, hay quienes gozan con el propio elogio, olvidando aquel dicho sabio “Dime de lo que alardes y te diré de lo que careces” el pretender que tenemos más derechos y méritos que los demás y que somos mejores, mientras más cerca estemos de los “importantes”. Los italianos tienen una frase en  la famosa Academia de formación religiosa para los que pretenden ser nuncios: “Fare strada”, hacer carrera, o mejor carrerismo.

El ocupar el último puesto no debe entenderse mal en sentido final, como quien dice “para que. . . “, sino en sentido consecuencial, es decir “de manera que. . .”.  No es fingir falsa modestia, que se llama “humildad de garabato”, para hacerse notar y ensalzar, sino para que “cuando venga el que te invitó”, en el caso de la salvación. Dios, te ensalce en su Reino; recordemos que Dios resiste a los soberbios  y enaltece a los humildes. Entonces la verdadera humildad no es una máscara de posturas hipócritas, sino la realidad como decía ya Santa Teresa: “La humildad es la verdad”.

En la segunda lección, Jesús evoca una tendencia de todos los tiempos y culturas a invitar siempre  a los amigos y a aquellos  que pueden corresponder en igual forma  los favores; así todo se convierte en un intercambio interesado, lo que se llama “cumpli-miento”. Aquí la propuesta de Jesús es claramente subversiva: romper esas tradiciones sociales, para cambiar la lista de invitados que en cierto sentido era algo que contrariaba lo que prohibía el Libro 2 de Samuel: “Los ciegos y los sordos no entrarán en la casa del Señor” (2Sm. 5,7). En una sociedad teocrática como la Palestina en tiempo de Jesús, los enfermos y lisiados estaban excluidos no sólo de la vida social, sino también de la vida religiosa.  Pero lo importante en esta insinuación del Señor es la razón por la que se debe invitar a quienes no puedan pagar en la misma moneda, es decir el desinterés en la caridad. El testimonio  para los comprometidos en el Reino es la gratuidad del amor que sólo viene de Cristo” que se entregó por justos y pecadores, y que hace brillar el sol sobre buenos y malos”. Dos lecciones sencillas y prácticas en nuestro protocolo social: ser humildes sin complejos de inferioridad   y servir sin esperar nada, pues hay alguien que nos pagará  en el Reino lo que no pueden hacer los pobres.

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