ERNESTO CARDOSO CAMACHO
Pudiera pensarse que la celebración Cristiana Católica que cada año se realiza en el mundo creyente es igual a la anterior pero la realidad es bien distinta.
Desde luego hay realidades espirituales sistemáticas o permanentes que jamás cambiarán, entre ellas y quizá la más trascendente, la absoluta convicción de que Dios hecho hombre entregó su vida en la cruz para la redención de nuestras miserias humanas, ofreciéndonos la oportunidad de regresar a la Casa del Padre, nuestro lugar de origen.
La creación del mundo tal cual nos la relata el libro del Génesis, así sea en un lenguaje simbólico, es una verdad que permanece incólume a pesar de los esfuerzos de algunos científicos que han pretendido vendernos una diferente.
En estas precisas circunstancias, el SÍ de María y el de San José, significan el complemento necesario e indispensable para que se hiciera realidad la voluntad del Padre, al enviarnos a su hijo con el propósito de que se cumpliera la profecía del antiguo testamento, y Jesús nos legara el nuevo mandamiento del amor, cambiando las rígidas y exageradas leyes implementadas por los fariseos, que ahogaba en su estricto cumplimiento al pueblo judío.
Quienes como laicos participamos de las diferentes celebraciones litúrgicas y de la Santa Eucaristía del Jueves Santo, así como de la solemne Vigilia Pascual del sábado en la noche, nos regocijamos en la misericordia divina y renovamos con entusiasmo nuestra fe.
Además, nos entusiasma observar como cada año crece la participación de quienes en condición de creyentes regresan a las celebraciones y muy especialmente la de jóvenes que cansados de las falsas ilusiones materiales que ofrece hoy el mundo, buscan con esperanza el camino, la verdad y la vida que Jesús nos predicara con amor.
Nuestras realidades actuales de la Patria colombiana nos convocan con urgencia a la oración, única alternativa que alimentará la esperanza en encontrar el verdadero camino de la justicia, el amor y la paz.
COLETILLA.- Me permito felicitar al buen periodista Ricardo Areiza por su crónica de investigación acerca del “viacrucis” del proyecto de la Ptar de Neiva, la cual nos invita a reflexionar sobre las indolencias de alcaldes y dirigentes con un tema tan importante como es el saneamiento de los vertimientos al rio Magdalena. Ojalá el alcalde Casagua lidere de nuevo el tema y designe una gerencia del proyecto que podría recaer en alguien como el Ingeniero Paulino Galindo, quien conoce del tema técnico, de la articulación administrativa indispensable para sacarlo adelante y quien además es garantía de capacidad y transparencia.