(Segunda entrega).
El año pasado, el proyecto del Nuevo Orden Mundial de las Naciones Unidas pregonó la celebración del Día Internacional de la Felicidad, una campaña a celebrarse cada año, y que busca combatir el Covid-19 de manera unida.
“… hacemos un llamado a las 7.800 millones de personas en el mundo, y las 206 naciones y territorios del planeta, para que se unan de manera solidaria y firme en la lucha contra el coronavirus COVID 19”.
Una de estas iniciativas, tiene que ver con la Agenda de Inmunización de la Organización Mundial de la Salud del 2030, cuyo objetivo es vacunar a todas las personas en el mundo.
Como es bien sabido, Bill Gates es financiador de la OMS, y pretende vacunar a la población mundial para enfrentar al COVID-19, y también rastrear y monitorear a las personas a través de la vigilancia digital. Claro, que la Fundación Rockefeller también apoya esta acción masiva con el pretexto de combatir esta pandemia.
En este orden de ideas, es importante, también, señalar que la reciente y creciente obsesión por las vacunas tiene conmocionado al mundo, y de una u otra manera, se está controlando a las grandes masas de planeta. Pues, hay opiniones a favor y en contra. Se habla de la posibilidad de efectos adversos como todas las vacunas nuevas, máxime cuando se producen de forma apresurada como sucedió con esta para el Covid-19. Y, también, de otros que anhelan vacunarse cuanto antes porque se han visto afectados por esta pandemia y quieren poner punto final a esta crisis sanitaria.
Otro aspecto a analizar, es el negocio que están realizando los multimillonarios cuando se apresuran a beneficiarse de esta pandemia. Por ejemplo, se ven vulnerados los derechos de privacidad al momento de hacer el monitoreo a las personas, al tiempo que está en evidencia el derecho a rechazar una vacuna argumentando que está en peligro el bien jurídico más valioso: la vida.
Ahora bien, si miramos el campo de la geopolítica internacional, además de asegurar que fue la pandemia la que se llevó a Donald Trump como un tsunami, hay que revisar la confrontación entre China y Estados Unidos en su afán por mostrar quién lidera los procesos mundiales, a tal punto que se ha llegado a hablar una nueva guerra fría. Una situación marcada por la economía y por la tecnología. Aunque la son complementarias.
Recordemos que en Estados Unidos existe una frase muy famosa que traduce No Estar Después de Nadie. Y China es el único país que sigue de cerca a la potencia norteamericana y puede superarlo. Ya lo supera en población, lo puede estar superando en economía muy pronto, y lo puede superar en tecnología.
Aunque los expertos hablan de que un 20% de los investigadores en tecnología de Estados Unidos, es de China. Inclusive Trump quiso sacarlos, pero, como los necesitaban, no fue posible. Lo cierto es que la lucha por dominar el mundo continúa fuerte. Y quien vaya a dominar el mundo en los próximos años, será quien domine la tecnología, y dentro de la tecnología está la supremacía de quien sea pionero en la biotecnología y en la inteligencia artificial.
