Por: Carlos Tobar
Por estos días en nuestra ciudad la temperatura del clima ha llegado a niveles sofocantes. Es cierto que las altas temperaturas son una constante en esta región del “valle de las tristezas”. No extrañamos el ambiente que nos cobija. Pero, desde que, por razones de los desórdenes climáticos de las últimas décadas, los ciclos de invierno-verano han tendido hacia extremos desconocidos las temperaturas altas, en este caso, son agobiantes.
Hoy, producto de la experiencia y el avance de la ciencia del clima, conocemos las causas de algunos de estos fenómenos. Dos de ellos, los fenómenos de la Niña y el Niño, son la consecuencia del calentamiento o el enfriamiento del Océano Pacífico en la zona al oriente del territorio colombiano. El uno (calentamiento) produce sequías extremas y, el otro (enfriamiento) precipitaciones muy fuertes. Aunque, en ambos sucesos pueden presentarse, de manera simultánea, sequías o lluvias extremas en algunas regiones del país.
Los desórdenes en el clima de la Tierra causados por el calentamiento global (efecto invernadero) que fueron descritos por los científicos a comienzos de la década de los años 70 del siglo pasado y, que empezaron a estudiarse, de manera metódica, con la creación del IPCC (Panel intergubernamental para el Cambio Climático) en 1988, como un organismo especializado de la ONU, ha producido seis informes integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socio-económicos sobre el estado del planeta.
Esos informes, de manera contundente, han concluido que, el uso excesivo de los combustibles fósiles y la explotación irracional de los recursos ecosistémicos por parte de la sociedad humana, ponen en peligro su supervivencia.
Pero, una conclusión como esa amenaza la existencia del sistema de producción económica construido por el capitalismo en los últimos 200 años, fundamentado en la explotación de combustibles fósiles: la leña, el carbón, el petróleo y el gas. Hoy la matriz energética mundial, no obstante, el avance de las energías renovables, está constituida en más del 80% por combustibles fósiles.
Realizar ese cambio radical y holístico, no es una tarea fácil. No solo porque implica avances científicos y tecnológicos de gran magnitud, sino porque los recursos económicos a invertir para tamaña transformación son ingentes y descomunales. A más de tener que tomar en cuenta a toda la sociedad humana sin excepción alguna.
Para completar el cuadro de dificultades, en las últimas reuniones de las conferencias de países sobre el cambio climático, las conocidas COP, estamos viendo la contraofensiva de los países y las multinacionales productoras de combustibles fósiles y de las industrias que generan gases de efecto invernadero (GEI), que, se han tomado la dirección de esas conferencias para tratar de desvirtuar las conclusiones contundentes del IPCC. Tal como lo vimos en la COP 28 recientemente realizada en Dubai, uno de los principales países productores de combustible fósiles: el ratón cuidando el queso.
Neiva, 15 de enero de 2024
