Hoy se cumplen 22 años de uno de los episodios más oscuros y devastadores en la historia de Estados Unidos y del mundo: los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, conocidos como el 11-S.
Este trágico suceso, perpetrado por hombres de Al Qaeda, un grupo de extremistas islámicos, dejó una cicatriz imborrable en el corazón de Estados Unidos y el recuerdo de la pérdida de aproximadamente 3,000 vidas en menos de dos horas.
El 11 de septiembre de 2001, el mundo observó con horror cómo tres aviones comerciales fueron secuestrados por terroristas y utilizados como armas mortales. Dos de estos aviones fueron estrellados intencionalmente contra las emblemáticas Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York, causando la destrucción de ambos rascacielos y la pérdida de innumerables vidas inocentes. Un tercer avión se estrelló contra el Pentágono en Washington D.C., y se cree que una cuarta aeronave tenía como objetivo el Capitolio, pero los pasajeros a bordo lograron evitarlo, sacrificando sus vidas para proteger a otros al estrellar la aeronave en un bosque de Pensilvania.
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Los responsables de esta atrocidad se cifran en 19 terroristas, la mayoría de ellos provenientes de Arabia Saudita, quienes se unieron a las filas de Al Qaeda, una organización liderada por el saudí Osama bin Laden. Durante años, Al Qaeda había operado desde las remotas montañas de Afganistán, preparando meticulosamente estos ataques sin precedentes.
Las consecuencias del 11-S fueron devastadoras y extendidas en el tiempo. Más de 6,000 personas resultaron heridas ese día, y más de 1,000 fallecieron en los años posteriores debido a enfermedades relacionadas con los ataques, incluyendo a rescatistas y trabajadores que estuvieron expuestos a las peligrosas condiciones en la Zona Cero.
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