DIARIO DEL HUILA, SALUD
El neurólogo norteamericano Richard Restak, profesor de la Escuela de Medicina y Salud de George Washington, en Washington D. C., sostuvo que el deterioro de la memoria no es inevitable con el envejecimiento como supone la mayoría de las personas, y que hay que hacer ejercicios para frenarlo o eludirlo.
Evitar diez “pecados” o “bloques de tropiezo que pueden conducir a recuerdos perdidos o distorsionados”, que atentan contra la memoria y que menciona en La guía completa de la memoria: la ciencia de fortalecer tu mente (en inglés: The Complete Guide to Memory: The Science of Strengthening Your Mind), su último libro podría ser el paso para alargar el tiempo útil de la memoria.
Entre esos “pecados” cita algunos nuevos, “como la distorsión y distracción tecnológica” y la depresión. La primera tiene que ver con “guardar” parte de la memoria en el celular y depender de este para vivir, y, la segunda, la inmersión en las pantallas que nos aparta de las tareas y obligaciones.
Almacenar todo en el celular significa que no se es capaz de ejercitar la memoria, y los seres humanos suelen desviarse de sus tareas. Según Restak, esto podría erosionar las habilidades mentales y fortalecer “el mayor impedimento de la memoria, que es la distracción”.
Autor de más de 20 libros sobre la mente y que ha tratado a personas con problemas de memoria durante décadas, Restak agrega los otros “pecados” de la memoria, que fueron citados por primera vez en el libro ‘Los siete pecados de la memoria’ del psicólogo estadounidense Daniel Lawrence Schacter, profesor de la Universidad de Harvard y uno de los mayores especialistas en el tema.
Entre los pecados nombrados por Schacter figuran la fugacidad, transitoriedad o pérdida de retención con el tiempo; la falta de atención o distensión mental, que ocasionan el deterioro de la memoria; y el bloqueo o incapacidad para recuperar información que está disponible en la memoria, etc.
La tecnología
Antes de la irrupción de la tecnología a finales del siglo XX las personas se sabían de memoria los números telefónicos de familiares y amigos cercanos, pero hoy los dejan guardados en el celular. Y cuando este se extravía, se reconoce que se ha perdido la cabeza y el contacto temporal con los nuestros.
Antes, también, se sumaba, restaba y dividía de memoria, así como se almacenaba otras informaciones en el cerebro como poemas, frases y citas, que hoy se guarda en el celular o en el computador.
En la actualidad, no solo se pueden crear artículos completos sobre temas varios con la ayuda de la inteligencia artificial, sino, además, clonar nuestra propia voz en varios idiomas, sin haber aprendido ninguno de ellos y sin perder el timbre personal que la caracteriza.
Cada vez se utiliza menos la propia memoria y se presta menos atención a lo que sucede alrededor por estar inmersos en la tecnología, según algunos expertos.
“La innovación tecnológica se ofrece como la forma correcta más eficaz y verdadera de vivir y esto resta ambigüedad al mundo y va reemplazando la toma de decisiones que el sujeto puede hacer por sí mismo, lo que afecta a la memoria entendida como función mental”, reconoce el psiquiatra colombiano Alfonso Rodríguez, profesor de la Universidad El Bosque.
Los más pesimistas temen que el mal uso o la utilización abusiva de algunas tecnologías podrían adelantar el deterioro de la memoria en edades mucho más tempranas.
Sugerencias
Richard Restak sugiere que para evitar el deterioro de la memoria nos impongamos pequeños retos cotidianos como aprender algunos números telefónicos, jugar a los naipes o ajedrez, que leamos novelas o hagamos el mercado con la lista en la mano y que solo la revisemos al final, para constatar si recordamos todo o casi todo de lo que escribimos, entre otras cosas.
Recomienda, igualmente, subirse al carro e intentar manejar sin GPS (Sistema de Posicionamiento Global) y recorrer las calles o caminos de memoria. El excesivo uso de Waze o Google Maps demostró un declive cognitivo en personas que lo emplearon por tres años, de acuerdo con un estudio realizado por Luisa Dahman y Veronique D. Bohbot, de la Universidad McGill de Montreal, en 2020.
La investigación concluyó que “no está claro si el uso del GPS afecta nuestro propio sistema de navegación interna o a la memoria espacial, que depende críticamente del hipocampo”, una zona del cerebro localizada en el lóbulo temporal.