POR: Jorge Eliseo Cabrera Caicedo
Me refiero a la diferencia de las protestas frente a la reforma de Carrasquilla en el gobierno de Duque, y la de José Antonio Ocampo en el gobierno de Petro.
En cuanto a la primera podemos decir, no obstante, la denominación de “pacífica”, sus promotores, los que hoy están gobernando a Colombia, incitaron a la violencia, a la destrucción de bienes públicos y privados, ataques a las estaciones de Policía y a sus miembros con bombas incendiarias, piedras, ladrillos y garrotes. El paro nacional, con la obstrucción de las principales vías del país, prácticamente paralizó al país, a las vías y a sus puertos; provocó el alza desmedida en los alimentos, bienes y servicios, la cual aún hoy padecemos. Fue evidente la participación de grupos criminales y de narcotraficantes. Los miembros de la llamada “Primera línea” encapuchados como facinerosos, ocultando su identidad, destruyeron, saquearon y quemaron bancos, supermercados, monumentos de nuestros próceres y expresidentes, actuando con la complicidad manifiesta de algunos alcaldes y gobernadores y la indiferencia y complacencia de otros.
La mayoría de los participantes, en “la protesta pacífica” fueron pagados, transportados y obligados a hacer presencia, como fueron las comunidades indígenas y otras organizaciones sociales. Fue algo premeditado, con el fin de desestabilizar las instituciones para abrir el paso a la “toma del poder”, como en efecto sucedió.
Gran diferencia con la protesta espontánea de la ciudadanía, esta sí verdaderamente pacífica ante las desafortunadas y frecuentes manifestaciones erráticas de los altos funcionarios del nuevo gobierno. Millones de personas salieron a las calles a expresar su indignación y descontento frente a las reformas anunciadas.
Los manifestantes del pasado lunes 27 participaron con el rostro descubierto, sin hacerle el más mínimo daño a las personas ni a los bienes púbicos y privados, entonando sí el himno Nacional y ondeando la bandera tricolor, aplaudiendo a los miembros de la Policía y de la fuerza pública al pasar frente a ellos.
No vale la pena enumerar por ser bien conocidas las precipitadas y absurdas de los nuevos altos funcionarios, quienes deberán entender que ya pasó la campaña política. Es hora ya de comenzar a gobernar responsablemente en favor de todos los colombianos, sin aniquilar el sector privado y empresarial, si no creando empleo y generando riqueza.
ADENDUM – El gobierno nacional no ha informado cuando se inicia la construcción del tren eléctrico elevado prometido entre Buenaventura y la costa atlántica.