Deshojando Margaritas
Por: Margarita Suárez Trujillo
Germán Vargas Lleras afirmó en su columna dominical de El Tiempo que, con la reciente aprobación en el Senado de la Reforma Política, el gobierno garantiza que el Congreso acepte “sin chistar” las otras reformas que vienen en camino, como son la Tributaria, la Pensional, la de Salud y la Laboral.
Dice el excandidato presidencial que la reforma política está llamada a asegurar la plena gobernabilidad del régimen: cero disentimientos, mucho garrote y también engañosas zanahorias. Considera que quienes “pupitreen” tendrán asegurados nombramientos, apoyos en inversiones y la posibilidad de ser ministros y embajadores.
Nos quieren imponer el voto obligatorio, a pesar de que nuestra Constitución ampara el derecho al voto libre. Obligar a una persona a sufragar restringe su libertad. El proyecto permitirá el llamado transfuguismo, que autoriza a los congresistas a cambiar de partido cuando sea aprobada la reforma.
Otra leguleyada es la posibilidad de los congresistas de renunciar de inmediato para entrar al Gobierno. Esta práctica que fue criticada en el pasado, se revive presentándola como una medida anticorrupción o para profundizar la democracia. Ese cuento está mal contado. Es un artilugio clientelista que generará desequilibrio entre los poderes públicos. También incluye la Reforma otra treta como es la prohibición para desempeñarse como congresista, diputado y concejal por más de dos periodos.
Esta medida no es tan sana como la quieren vender. Coincido con Vargas Lleras en que es una propuesta discriminatoria que conllevaría acabar con la responsabilidad política. Preocupan también otros embutidos de la Reforma, como las propuestas sobre financiación de campañas y la habilitación de los funcionarios públicos para intervenir en política, así como la supresión de la ley de garantías. Vargas Lleras afirma con argumentos de peso, que estas reformas tienen el propósito de asegurar el unanimismo y la total gobernabilidad y liquidar políticamente a los contrarios. “Mucho perderán el país y su democracia”, dice. Aunque la columna remata con aire optimista, afirmando que todavía es tiempo de corregir el rumbo y sepultar esta propuesta totalitaria, creo que nos cogió la noche. Todo parece estar consumado.