DIARIO DEL HUILA, SALUD
La psicoprofilaxis quirúrgica es un conjunto de técnicas aplicadas por profesionales de la salud mental, en este caso niños, niñas y adolescentes, con cáncer cuando deben afrontar una amputación o cirugía no conservadora como parte del tratamiento.
Los pacientes que sufren de cáncer habitualmente deben llevar, además de una serie de tratamientos muy exigentes, periodos de tiempo largos en la clínica, que truncan sus actividades normales e impiden que desarrollen una vida común y corriente.
Así mismo existen casos en donde los pacientes deben ser sometidos a amputaciones, procedimientos que no es nada fácil de aceptar ni para el cuerpo y menos para la mente de un niño, niña o adolescente.
Es ahí donde el servicio de salud mental juega un papel muy importante pues, aunque todos los pacientes oncológicos necesitan un tratamiento que incluya sesiones con el psicólogo, para los casos más extremos, se tiene trazada una ruta distinta que permita la atención oportuna e integral para el paciente.
La psicoprofilaxis quirúrgica es un conjunto de técnicas aplicadas por profesionales de la salud mental, en este caso niños, niñas y adolescentes, con cáncer cuando deben afrontar una amputación o cirugía no conservadora como parte del tratamiento.
“Esta tarea representa muy bien cuál es la función de un servicio de salud mental en un hospital pediátrico de alta complejidad. Tenemos la misión de cuidar la calidad de vida de pacientes con enfermedades médicas y las cirugías no conservadoras son hechos de carácter potencialmente traumático”, destacó Débora Farberman, a cargo del servicio de Salud Mental del Hospital Garrahan.
La cirugía de resección tumoral no conservadora es el procedimiento que más beneficio le reporta a pacientes con tumores sólidos —que aparecen en órganos sólidos, no en el sistema nervioso central— en las extremidades superiores o inferiores. Se denomina no conservadora ya que incluye la pérdida de esa parte del cuerpo porque no hay manera de solucionar o controlar la enfermedad sin abarcar la pierna o el brazo. En el Hospital se realizan aproximadamente diez procedimientos de ese tipo por año.
“En muchos casos los tumores eran muy grandes y, por el dolor, las y los pacientes antes de operarse no podían disfrutar de actividades sencillas como jugar, hacer deporte o caminar. Por eso, y aunque haya momentos de tristeza o angustia, en general la adaptación es adecuada y satisfactoria”, explicó Carina Miranda, psicóloga del Garrahan y responsable del equipo que desarrolla el abordaje.
Parte del tratamiento
Poder ayudar con el tratamiento integral consiste en ayudar al paciente a entender qué está pasando en su cuerpo, resolver dudas de la manera más sencilla y concreta posible, mediante la utilización de un lenguaje sencillo para explicar los detalles de un procedimiento que resulta necesario.
En algunas edades el juego es un gran aliado. Si las niñas o niños son más grandes, se planifica en conjunto con la familia las mejores estrategias para hablar con los pacientes. Los adolescentes tienen mayor protagonismo en el proceso y el profesional de la salud mental tiene en cuenta su posición frente a la indicación médica y los ayuda en la toma de decisiones teniendo en cuenta sus temores y emociones. En todos los casos, las familias cumplen un rol esencial para transmitirles la confianza necesaria.
La anticipación es un elemento importante a la hora de abordar la decisión. Al explicar en detalle cómo van a ser cada uno de los pasos del antes, durante y después de la cirugía, la psiquis se prepara de otra manera. “Mayormente, el efecto traumático psicológico se da cuando el paciente se enfrenta a algo para lo que no estaba preparado”, sostuvo la profesional.
Contexto
«En Colombia 2.200 niños y adolescentes padecen cáncer, de estos casi el 60% son afectados por leucemia, tumores del sistema nervioso central y linfomas Hodgkin y no Hodgkin. La mortalidad ha tenido una tendencia estable, pasando de 4,7 menores fallecidos por cada 100.000 habitantes en el año 2005 a 4,13 menores fallecidos por 100.000 habitantes menores en el 2020», informó Gerson Bermont, director de Promoción y Prevención del Ministerio de Salud y Protección Social.
La oportunidad en el diagnóstico e inicio del tratamiento ha mejorado entre 2015 y 2020. La oportunidad entre la sospecha y el diagnóstico pasó de 94 a 27 días reduciendo el tiempo en 67 días y tras el diagnóstico, la oportunidad del tratamiento pasó de 42 a 17 días, es decir, se redujo el tiempo en 24 días menos.
Todo esto ha aumentado la tasa de sobrevida de los pacientes del 40 al 61%, también ha impactado este indicador el aumento en las coberturas de aseguramiento, así como la incorporación de nuevas tecnologías y tratamientos, atención de centros especializados de alta calidad, las capacidades y entrenamiento del talento humano en salud y la implementación del Plan Decenal del Control del Cáncer.