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Plaza Cívica Los Libertadores de Neiva, una nueva realidad

Mar 2, 2021

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DIARIO DEL HUILA, CIUDAD

Por: Hernán Galindo

En el microcentro de la ciudad de Neiva, en las carreras segunda y tercera entre calles octava y séptima, a una cuadra de la Gobernación del Huila, está ubicada la Plaza Cívica ‘Los Libertadores’, un espacio abierto, al aire libre, que recibe sin contemplaciones principalmente el fuerte sol y, claro, la lluvia, con los efectos para transeúntes y vendedores callejeros.

En el espacio quedaba anteriormente la Galería Central, centro de mercado de toda clase de alimentos, de importante movimiento económico, pero también asediado por la suciedad, los malos olores, los vicios de licor, prostitución y ladrones de distinto pelambre. La estructura fue demolida, dinamitada, en el año 1997, pensando dar un cambio al escenario urbanístico de la capital.

La nueva Plaza, un homenaje a Los Libertadores, fue inaugurada en diciembre de 2002 por el alcalde Héctor Javier Osorio “para dar un paso a la modernidad”. La idea era darle a los neivanos un sitio urbano público, amplio y descubierto, en el que se pudieran realizar gran variedad de actividades cívicas, sociales y recreativas.

“Nos dijeron que sería como el salón de visita de nuestras casas”, recuerda Filomeno Beltrán, antiguo comerciante de la zona.

Pero no ocurrió así. “Sin árboles que refresquen ni sillas donde sentarse o lugares adecuados para la población descansar nunca despegó en el objetivo de concentrar actividades sociales, comerciales y culturales ni sirvió de ancla para la construcción de nuevas edificaciones que se enlazarán con otras representativas del área, como el Parque Santander, La Catedral, El Pasaje Camacho y el Palacio de Justicia”, afirmó el arquitecto Ferney López.

Lo único medio atractivo es la fuente de agua, a la que cada tiempo le invierten nuevos recursos para ponerla a funcionar, pero de a poco se va deteriorando por falta de mantenimiento, abuso de los vecinos o el robo de cualquier elemento por recicladores.

“No hay autoridad, no hay vigilancia, no hay policía ni nadie quien vele por este bien público. Es usado por mucha gente, pero no pertenece a nadie”, se queja Dioselina Tibaná, una de las vendedoras de jugo de guanábana, instalada en la Plaza.

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Cambio de uso

Y es que de a poco, con el paso de los años, la Plaza Cívica ha venido transformándose. Muy poco queda de lo que se pensó fuera su existencia. Ha venido albergando desplazados, ferias comerciales, ventas de toda clase de artículos y servicios. Hoy, parece haber encontrado un mejor uso. A un costado, sobre la carrera tercera, están ubicadas unas casetas y toldos con ventas de bizcochos de achira, tras un proceso de formalización con el que se buscaba mejorar las condiciones de manejo y comercialización de este tradicional producto opita.

Sin embargo, no todo es alegría. Liliana Mosquera, una de las vendedoras de bizcochos de Fortalecillas, sostiene que “nos iba mejor antes de la pandemia, ahora las ventas están muy deprimidas”.

Y recuerda que “llegar acá ha sido todo un proceso. Comenzamos en la carrera quinta en donde quedaba el tradicional almacén Mónaco”. De ahí pasaron a la carrera cuarta, luego junto al almacén La Rosa, después detrás de la antigua Galería y ahora al actual sitio de venta.,

Por eso, le piden a la Administración Municipal que haya una apertura total para que la economía se dinamice y por ende las ventas. “Con más gente circulando, más consumidores, más vendemos”, destaca Marcela Puentes.

En cuanto a los productos que más se venden, sostiene que el bizcocho de achira es el más apetecido, pero igual se venden los quesillos, el masato, las cucas, los panderos, el alfandoque y todos los productos tradicionales que durante años han ofrecido, coincide el grupo de vendedoras, la mayoría mujeres cabeza de hogar.

“La idea era mejorar la venta, cumpliendo exigencias de salubridad; recuperar el espacio público del centro de la ciudad; y mejorar las condiciones de trabajo de personas y familia, que viven de los bizcochos”, afirmó Reina Medina, otra de las tradicionales comercializadoras, quien además dice que la gente ya sabe en dónde buscarlas y además con la formalización si bien los legalizaron los pusieron a pagar impuesto y arriendo.

“Lo de las ventas es muy relativo ya que como en todo hay días buenos y otros muy malos y en cuanto a los compradores los hay tanto del Huila como de otros lugares de Colombia. El producto preferido es la achira”, dice al tiempo que le pide a la Alcaldía que “sería bueno que los dejaran trabajar como antes. Unos por la tercera y otros por la octava porque ahora hay mucha competencia y menos clientes”, agregó Raquel López.

Tradición familiar

Esta es una tradición de familia. Transmitida de generación en generación.  Los padres y mayores enseñan a los más pequeños a producir la achira, a trabajarla y a utilizarla como medio de sustento.

“Esto es algo muy tradicional, casi toda la gente de la familia nos dedicamos a la comercialización. Empleamos a nuestros primos, nuestros papás, hijos, nietos y hasta vecinos”, contó Nina Rodríguez, con la piel tostada por el sol y calor diario que debe soportar.

Pero también se han ubicado otro tipo de ventas que otrora eran informales y que ahora le apuestan a la formalización. Ese es el caso de Nicolás Escobar quien tiene un punto de venta de repuestos para celulares sobre la carrera tercera: “Es bueno que los hayan legalizado, pero deben afrontar líos como la inseguridad, hay mucho vicio y otras situaciones que atentan contra las ventas”.

“La gente se cohíbe de venir por lo que sería bueno que nos reubicaran o que reforzaran la seguridad, ya que poco se ve por aquí un policía. Además de robos, hay muchas peleas”, sostiene un comprador callejero.

Para Dairo García, la reubicación ha sido buena en el sentido de que no deben estar con el ‘corre corre’, cuando hay operativos de recuperación del espacio público, pero el problema es que las ventas no han mejorado.

“Sólo pedimos que nos dejen trabajar para salir adelante. En cuento a la clientela, sí es claro que son más los que vienen de los pueblos. Queremos trabajar porque si no se trabaja no se come”, comenta Sigifredo Medina, vendedor de aguacates.

La Plaza Cívica, que remplazó a la Galería Central en medio de una gran polémica hace casi 20 años, vive hoy una nueva realidad. Será tarea de las autoridades velar para que así el sitio vuelva al pasado y cumpla con su propósito: ser la casa de recibo de Neiva sin atropellar a quienes a diario deben laborar para tratar de llevar el sustento a sus familias.

 

 

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