DIARIO DEL HUILA, SOSTENIBLE
Varias comunidades se han aliado con científicos para crear redes de monitoreo que les permitan identificar a las especies que habitan sus territorios y mejorar su relación con ellas.
La pesca, la caza y otras actividades productivas, no solo han sido la base de la economía de comunidades campesinas e indígenas, sino que, además, han sido una herramienta para conocer los ecosistemas y las especies con las que conviven. Unir el conocimiento científico con el conocimiento local es hoy una de las herramientas claves para conservar la naturaleza.
Se trata del monitoreo comunitario, un mecanismo que en Colombia desarrollan varias entidades y organizaciones de la mano de las comunidades indígenas, afro y campesinas. El conocimiento local es la herramienta principal para llevarlo a cabo a lo largo de los años y de esta manera medir la biodiversidad de los bosques, ríos, selvas y el estado de las especies.
“Cada proyecto tiene una pregunta de investigación y una razón distinta de por qué se hace, así que los usos del monitoreo son muy variados. Van desde las presiones que pueden afectar un sitio sagrado para alguna comunidad indígena, hasta cómo un manejo productivo de una unidad cafetera puede mejorar la conservación de una especie que va a permitir vender mejor mi producto”, explicó Diego Zárrate, director de conservación del Proyecto de Conservación de Aguas y Tierras (ProCat).
Estos procesos no solo han permitido hacer un seguimiento a las especies, sino que además ha permitido identificar algunas de las que no se tenía información desde hace décadas, como es el caso de la especie de colibrí Campylopterus phainopeplus, visto en uno de los monitoreos comunitarios que adelanta ProCat en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Para lograr ese tipo de resultados es importante la constancia en los monitoreos a lo largo del tiempo, según explica Jaime Cabrera, especialista en monitoreo comunitario de WWF Colombia. Por esto es importante incorporar este proceso a las actividades cotidianas de las comunidades, y brindarles las herramientas y capacitaciones en el uso de algunos elementos como cámaras, GPS y bases de datos, para que puedan llevarlo a cabo.
“Si las comunidades son las que lo lideran, el proceso es sostenible porque al final se convierte en una actividad propia de ellas, en la que ya no necesitan el soporte de alguien desde afuera”, dijo Cabrera.
Aunque el monitoreo puede tener diferentes finalidades, la mayor importancia de este proceso radica en la oportunidad que tienen las comunidades de reconocer sus territorios. A partir de ello, pueden tomar decisiones con el fin de conservar sus ecosistemas, emitir las alertas para actuar a tiempo frente a las amenazas y generar conciencia.
Para Eduardo Sánchez, coordinador de monitoreo comunitario de fototrampeo de la Cooperativa Multiactiva de Jóvenes ComGuaviare, una de las organizaciones que hace monitoreo al corredor del jaguar de la mano de WWF Colombia, sensibilizar a las personas de San José del Guaviare ha sido uno de los mayores frutos del proceso.
A través de las cámaras trampa, la cooperativa ha podido identificar 25 jaguares en el territorio, que, aunque sabían que existían, no había un monitoreo que les permitiera tener información más clara sobre la presencia de esa especie en el municipio.
“Hicimos una simbiosis perfecta entre los biólogos y las personas del territorio que saben por dónde anda el jaguar, por donde es posible que pase. Antes era imposible identificarlos porque no hacíamos fototrampeo”, agregó.