DIARIO DEL HUILA, DIARIO DEL BORONDITO
Por: Hernán Guillermo Galindo M
A partir de esta edición de fin de semana, Diario del Huila, se convierte en compañero de viaje de un grupo de jóvenes profesionales de la región que se fijaron la meta de llegar a la ciudad más al sur del Continente, Ushuaia, que es una ciudad turística de Argentina. Se ubica en el archipiélago de Tierra del Fuego, el extremo austral de Sudamérica, apodado el «fin del mundo». Nuestro guía del grupo será Nicolás Motta.
Lo primero que contextualiza Nicolás es cómo surgió la idea y luego relató el paso a paso hasta la salida y la primera parada que incluye el tránsito por el Huila con destinos en Tarqui y San Agustín. Hay que destacar previo el ritual de despedida con el componente familiar y la nostalgia que surge en una despedida. Bueno, pero dejemos que sea nuestro guía quien vaya contando las vivencias en esta primera entrega del “Diario del Borondito”.
Comienza la aventura
“Pasaron muchas cosas en muy poco tiempo, algo despertó en nosotros luego de algunas conversaciones informales. La idea de viajar hasta la ciudad más al sur del continente. Estas conversaciones se fueron haciendo cada vez más frecuentes, hasta el punto en el que se hicieron las primeras compras compulsivas, para forzarnos un poco a arrancar, y gracias a esto se fue poniendo serio el tema, hasta que arrancamos y se convirtió en nuestra realidad”.
Lo primero que tuvimos que decidir era la lista de viajeros, fue más sencillo de lo que pensamos. Todo el grupo es oriundo del Huila; Daniel, un economista que, cansado de su trabajo en el mundo de las finanzas quería dejarlo todo para redescubrirse en una gran aventura, había comprado una moto, motivado por su hermano Nicolás, pensaron salir juntos a recorrer Colombia y luego empezar a prolongar los viajes. Nicolás ya había pensado en salir a viajar con su otro hermano, Camilo, la idea era hacer una expedición de un par de semanas hacia Perú a un evento musical, la gran pasión de Camilo.
Mientras todo esto pasaba, Nicolás conoció a una artista huilense, Valentina y terminaron enamorándose; resulto que ella ya tenía un par de años pensando en este viaje. Como ven, se hizo un domino de ganas de salir, cosa que termino pasando. No podemos olvidar a Habana, nuestra perrita; somos un equipo bastante polifacético, “hacen de todo” nos dicen las personas que nos conocen. Y aunque es cierto que nos falta mucho, creo que cubre la mayoría de las cosas.
Lo segundo, un poco más difícil, elegir un nombre. “Dimos muchas vueltas, yo creo que fue más complicado esto que decidirnos a salir de nuestra casa en busca del sur. Quería contarles sobre algunas de las opciones que teníamos de nombre, pero la verdad no recuerdo ninguna, solo la ganadora: Borondito. Pensándolo bien, pudo ser algo relacionado con “pegarse la rodadita”, pero la rodadita va -única y exclusivamente- hacia Neiva y la rodadita también nos la tenemos que volver a pegar, pero para eso nos falta un tiempo. Borondito, es el nombre de nuestro viaje”, narró Nicolás.
Origen de la palabra Borondo-recuadro
Pausa académica. Borondo: Dícese de -siempre me llamo la atención que inicien así las definiciones, retomemos- Dícese de salir a pie o en carro con los amigos y dar vueltas por darlas y nosotros planeábamos hacer justo eso, le agregamos el diminutivo para hacerle gracia a lo “cortico” que iba a ser. 6 meses teníamos pensado, pero querido señor lector, me voy a adelantar en la historia y decirle que llevamos en este momento 8 meses de viaje y aún no vamos en la mitad del camino. Siéntese y disfrute.
Los preparativos y la salida
Lo tercero, terminar de alistar nuestras maletas, que vamos a llevar y que no. Hacer una lista de lo indispensable para luego romperla con algún antojo de último minuto, lo normal. ¡Nos armamos con carpas -y todo lo que esto conlleva-, un pequeño kit de cocina -en el que había incluso una arepera-, equipo de tatuajes y pintura, instrumentos musicales y tres camisetas con dos calzoncillos para cada uno, Ja, ja, ¡ja!
Entre la lista de cosas de último minuto, se nos ocurrió que íbamos a necesitar una batería para poder cargar nuestros aparatos mientras estuviéramos acampando o perdidos por ahí. Valentina hizo una llamada y terminamos intercambiando un gran mural del señor sol por la instalación de un panel solar en el techo de nuestro carro. Así fue como nació la serie de murales de Borondito y este fue el Borondito #1, y un propósito más para el viaje, ir manchando de color todo Suramérica.
! A lo que vinimos, ¡la salida!
“Llego el gran día y como era de esperarse no teníamos todo listo. Entre cosas pendientes, imprevistos y un gran juego de Tetris en el baúl de la camioneta, la salida se atrasó un par de horas. Todo eso sin contar con nuestro hermoso comité de despedida, que como era de esperarse, no quería despedirse”.
“Después de una larga sesión de fotos, consejos y regaños anticipados, logramos escabullirnos para alejarnos del hogar y acercarnos -un poquito- a nuestro destino. El carro se había convertido, instantáneamente, en una montaña rusa de emociones”.
“No habían pasado 15 minutos y todos confesamos que estábamos un poco cagaos por el viaje. Obviamente, lo maquillamos con palabras como nervios y ansiedad, pero al final todos sabíamos que era lo que sentíamos”, especificó.
“Le apuntábamos a llegar ese día a San Agustín, pero no contábamos con lo difícil que iba a ser empacar el carro y mucho menos lo difícil que iba a ser despedirse. La idea era salir, no queríamos aplazarlo más, así que terminamos quedándonos en la finca Las Mercedes en Tarqui, Huila. Una casa famosa por tener gnomos que trenzan los tendidos de las camas y un hermoso árbol lleno de orquídeas”.
Pasamos la noche con Nancy, Olguita y su esposo Carlos. Toby, un pastor belga que no sabe lo que es un “no” aprendió a sentarse con una tajada de pan Bimbo mientras preparamos la cena y nos llenamos de historias que Nancy con mucho amor compartió con nosotros.
Los propósitos del segundo día de viaje eran los siguientes:
“Despertarnos temprano, alistarnos, desayunar en la casa y salir hacia San Agustín antes de mediodía. Cumplimos con todos menos con el primero y el último. Después de uno de nuestros últimos desayunos huilenses, nos invitaron a pescar, Nicolás estaba con muchas ganas de aprender, había estado alistándose para este momento por semanas”.
¿Su preparación? Videos de YouTube, experiencia 0%. Imposible rechazar esta oportunidad. “Difícil que no pesque nada en este charco” nos dijo Don Carlos, y le decía porque en ese “charco” tenían unas mojarras de cultivo, pero déjeme decirle Don Carlos, para lo malos que éramos no había nada imposible.
Al final lo logramos, sacamos un pescado para cada uno. Olguita cocinó para nosotros y como dicen por ahí “barriga llena, corazón contento” y sumado a “indio comido, indio ido”, nos juimos pa Sanagucho.
El momento de despedirnos fue difícil, queríamos quedarnos un poco más a compartir, “pero nos sentimos aún muy cerca de casa y teníamos mucho afán de estar lejos, no por alejarnos, sino por llegar a nuestro objetivo. Nuestro segundo día de viaje y nuestra segunda despedida, quisiéramos decirles que cada vez se hace más fácil, pero no es así”.
“Nos montamos todos al carro, Olguita aprovechó nuestra salida y le dimos un aventón al pueblo, Tarqui; y nosotros aprovechamos que se subió para disfrutar de su compañía. En el carro tuvimos un par de negaciones a pasar otra noche allí y la dejamos en el pueblo. Nos vimos obligados a prometer volver para que nos dejaran ir. Nosotros felices de cumplir con esta promesa, pero como bien saben, para poder volver hay que irse”.
“Nuestros próximos planes en San Agustín vienen cargados con mucha naturaleza y arte, que nosotros estaremos muy felices de poder compartir con los lectores del Diario del Huila”, concluyó
Esta es la primera entrega de una serie en la que los integrantes del Borondito compartirán con los lectores de Diario del Huila algunas de las experiencias a lo largo de la travesía que los lleva desde Neiva hasta Ushuaia, en la tierra del fuego.