Por: Ariel Peña
Se están cumpliendo 33 años de la caída del Muro de Berlín, acontecimiento acaecido el 9 de noviembre de 1989, que aceleró la hecatombe del comunismo en Europa oriental y la desaparición de URSS en 1991, sin embargo el recientemente electo presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva junto al dictador cubano Fidel Castro en 1990, crearon el Foro de Sao Paulo, para sacar del basurero de la historia al marxismo leninismo repudiado en el Viejo Continente y buscar aplicarlo en Latinoamérica, usando nuevas sutilezas, debido a lo cual queda completamente demostrado que la caída del Muro de Berlín no ha tenido repercusiones en los países de la región, al no haberse asimilado semejante hecho tan trascendental para la humanidad después de tantos años, dado que en América Latina se eligen gobiernos comunistas, demostrándose que esas fuerzas totalitarias están a la ofensiva.
Es absolutamente increíble que Lula da Silva que va asumir su tercer mandato presidencial en Brasil, siendo un dirigente sindical de los obreros metalúrgicos en la década de los 70 y 80, no hubiera aprendido en los cursos sindicales que tuvo que haber realizado, acerca de la historia del movimiento sindical en donde los sofismas de Karl Marx fueron repudiados por los trabajadores en el siglo XlX, en la primera y segunda Internacional, o de pronto Lula va en contra de su propia conciencia y si sabe de esos hechos, pero mira para otro lado, pues lo que le interesa es estar inmerso en el marxismo que le ha servido para encontrarse en la burocracia estatal, sin importarle acontecimientos como el de la caída del Muro de Berlín y por eso fue cofundador del Foro de Sao Paulo, que ha sido un ultraje a la inteligencia de los pueblos de Latinoamérica.
El derrumbe del Muro de Berlín, se constituyó en un acontecimiento eximio para Europa y el mundo, pues no solo fue la debacle del comunismo totalitario en el viejo continente, sino que se rompió el mito de la invencibilidad e intocabilidad del marxismo, cuyo accionar criminal en más 150 años lo catapultan como la organización mas torcida e infame que ha conocido la humanidad, sin embargo sus miembros guiados por el fetichismo, la superstición y la leyenda le dan a semejante doctrina abyecta un carácter de todopoderosa, de ahí fue que Hugo Chávez inducido por el dictador Fidel Castro recicló el comunismo, llevando a la miseria al pueblo venezolano.
América Latina por su retardo ideológico, no ha podido discernir y por ello ha sido víctima de las patrañas marxistas, ahora con el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. Y anteriormente tenemos el ejemplo de Fidel Castro que se declaró comunista cuando ya estaba en el poder en Cuba, porque antes tenía como coartada al movimiento “26 de Julio” y al Partido del pueblo cubano o Partido Ortodoxo cuya ideología era nacionalista y democrática, pero ulteriormente declaró como partido único al comunista en 1965, que según la anterior constitución lo define como: “la vanguardia organizada de la nación cubana, fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.
La camarilla comunista cubana toma a su partido como un sustituto de la religión, en donde condena al pueblo por los siglos de los siglos a vivir bajo el dominio de la desgracia marxista. Pero la cosa no se queda de ese tamaño, porque los países de la región según la orientación del comunismo totalitario, deben seguir ese camino usando diferentes máscaras, que ya las hemos denunciado en otras oportunidades, como son: el socialismo del siglo XXI, el indigenismo, el progresismo, el bolivarianismo y los movimientos alternativos, para copiar al maniático de Hugo Chávez que de manera vulgar impuso los desechos del marxismo en Venezuela, convirtiendo al vecino país en un albollón comunista.
Por carecer de la razón los seguidores del marxismo, van en contra de su conciencia y su actuación se circunscribe dentro de lo más arcaico de la política. Por ello tienen un comportamiento brutal que desecha toda lógica, al querer convertir a las masas en un simple rebaño, lo cual demuestra que los miembros de esa caterva saben que están equivocados y en ocasiones son vergonzantes, porque muchos de ellos no permiten que los llamen comunistas, pues eso va en contraposición de sus intenciones rastreras; por lo cual se cambian de disfraz para engañar a los pueblos que de manera ingenua se dejan envolver de su doblez; además como estrategia algunos marxistas perorean afirmando que el comunismo ya no existe, por eso hay que recordar al poeta francés Charles Baudelaire (1821-1867) que decía: “la mayor astucia del diablo es hacer creer que no existe”.
La fabula marxista leninista con la cual han engañado naciones, demuestra que lo dicho por Vladímir Lenin no es tan alejado de la realidad, cuando afirmaba: “nosotros somos una iglesia”. De ahí precisamente se desprende que la superstición y el mito son inherentes al marxismo y por ello aprovechando la religiosidad en Latinoamérica y su cultura, crearon la Teología de la Liberación impulsada en los años 60 del siglo pasado como un producto comunista traído a Latinoamérica por la KGB, agencia secreta de la URSS; evidenciándose que el marxismo se mimetiza hasta en la religión, para lograr satisfacer sus instintos mórbidos que buscan envilecer a los demás.
El marxismo es un culto al engaño, que en América Latina especialmente se ha puesto varias caretas, para esclavizar a nuestras naciones, y se le pueden colocar otros motes como el de castro-chavismo, pero el comunismo totalitario sigue siendo el mismo bebedizo que usa diferentes rótulos. Por ello hay que reconocer con vergüenza que a 33 años de la caída del Muro de Berlín nuestra región no ha podido dimensionar ese acontecimiento, y por eso han surgido timadores como Hugo Chávez correligionario de Lula da Silva.