Deshojando Margaritas
Por Margarita Suárez Trujillo
Monseñor Froilán Casas, uno de los obispos más activos y sociables que ha tenido la Diócesis de Neiva, en su columna publicada en el diario El Tiempo, hace una reflexión magistral e inteligente sobre la calidad, como cualidad excluyente. Y tiene toda la razón. Nos han querido vender el cuento mal contado, que para ser justos debemos ser incluyentes. La palabra mal utilizada ha sido “reinventada” para justificar la mediocridad, la pereza, la vagancia y la ineficiencia. Los viciosos, los incultos, los pésimos ciudadanos, los que buscan el camino fácil, están “incluidos”, valga la redundancia, en la lista de los vagos.
Dice Monseñor y lo acompaño en su sabia reflexión: “No es lo mismo una persona trabajadora, luchadora y emprendedora que una persona que todo lo espera de los demás y no aporta nada; es zángano de la sociedad: lo critica todo y no aporta nada. Por favor, no se queje de la oscuridad, encienda una vela. Por favor, la calidad no se improvisa, es fruto de la constancia, de la dedicación, de la disciplina. ¿Por qué tenemos que incluir a quien nada ofrece? Exigente sin causa.
Hay una cantidad de bufones que viven aplaudiendo al jefe y no generan ningún valor agregado a la empresa. Por favor, gánese los espacios, no exija privilegios por pertenecer a tal etnia, por ser mujer, por ser afrodescendiente, por haber nacido en el campo, etc., etc. Dejemos de escudar nuestra mediocridad con la trillada excusa de haber sido excluidos por siglos. Hoy, ningún cargo está escriturado a una etnia, religión, partido, etc. No busque excusas, aproveche las oportunidades que se le ofrecen.
Ser Pilo Paga no es privilegio para una clase social, es una oportunidad para todos. Deje de ser populista: a quien más se le da, más se le exige. Dios llama a todos los seres humanos al cielo, pero hay algunos que no lo aceptan estableciendo sus propias reglas; si es así, pues asuman las consecuencias. Dios no castiga a nadie, el pecado lleva en sí su propia desgracia. Como se dice en la sabiduría popular: “Dios no castiga ni con palo ni con rejo, sino con su mismo pellejo”. Por favor, no le eche la culpa a Dios, o a los demás, por sus permanentes fracasos. Quien siembra vientos cosecha tempestades”. Es la verdad.