Por: Harold Salamanca
En cuestión de décadas y gracias a la industrialización de los alimentos, la humanidad pasó de la desnutrición, a la alimentación de baja calidad en exceso. Los dos escenarios inciden de forma directa en la calidad de vida y la salud de la población. De acuerdo con la estadística más reciente publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es posible evidenciar que, para el año 2016, ya existían en el mundo mil novecientos millones de adultos con sobrepeso, de los cuales, 650 millones tenían obesidad. El mismo informe revela que, cada año, mueren 2.8 millones de personas por causas asociadas a la obesidad en el mundo.
La obesidad ha sido considerada por los organismos internacionales de la salud, como una enfermedad que acorta la vida, genera o agrava múltiples padecimientos. En resumen, por los graves efectos que produce, ha sido considerada como la “otra pandemia” del siglo XXI. La obesidad también era considerada un problema solamente de las naciones más ricas y con altos niveles de ingresos, pero en la actualidad afecta a todos los países. Nuestro país no escapa a esta realidad, según cifras de la más reciente Encuesta Nacional de Salud, publicada en el año 2015, el 52% de los colombianos tiene sobrepeso u obesidad.
Ante este oscuro panorama, el Gobierno colombiano promulgó hace más de 12 años la ley 1355 o “ley de obesidad”, la cual calificó a la obesidad y a las enfermedades crónicas no transmisibles asociadas a ésta, como una prioridad de salud pública y se propuso desde diferentes ministerios adoptar y promover políticas de seguridad alimentaria y nutricional, así como de actividad física dirigidas a favorecer ambientes saludables y seguros para el desarrollo de estas. Estas políticas se complementarían con estrategias de comunicación, educación e información.
Visto que las acciones implementadas en nuestro país para disminuir o prevenir la obesidad, no han alcanzado los resultados esperados, se requiere adoptar un abordaje a la problemática con un enfoque articulado, interdisciplinar y efectivo. Estimo que debemos pasar de la simple y abundante información, a la acción y al acompañamiento. A sabiendas que no existe una correlación entre más información nutricional y mejora de los hábitos alimentarios. Al final todos estamos llamados a declararle la guerra a la obesidad, advirtiendo que las personas que la padecen podrían ser víctimas de la hipertensión, la diabetes o el infarto.