Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa
La descomposición social, los elevados niveles de pobreza, la falta de oportunidades para los jóvenes y la escasa presencia del estado, han producido un notable incremento en los indicadores de inseguridad, criminalidad y violencia urbana, en las diferentes urbes de nuestra nación.
Es increíble cómo la delincuencia ha tomado ventaja en las calles de las diferentes ciudades del país, pareciera que las ingentes acciones de la fuerza pública no fueran suficientes para controlar este flagelo y que por el contrario éste se reprodujera, y brotaran como de la nada esa gran cantidad de malhechores que ponen constantemente en jaque a la ciudadanía.
Por estos días los amantes del ciclismo en las diferentes modalidades se han visto azotados nuevamente por la inseguridad, pues a diario resultan ser víctimas de los amigos de lo ajeno, quienes sin titubear y a costa de lo que sea, incluso atentando contra la vida de los deportistas, se abalanzan contra estos, generando en algunas ocasiones peligrosas contusiones, poniendo en riesgo la integridad física de éstos.
Así tituló el portal web Infobae hace algunos días una noticia relacionada con esta problemática: “Cada hora se roban dos bicicletas en Colombia: Bogotá reportó 793 casos en enero de 2021. Más adelante citó: “En 2020 el hurto a bicicletas fue el único delito que no decreció, por el contrario, subió en un 32 por ciento, anunció la Policía Nacional”.
La verdad es que no puedo decir que la Policía no hace su labor, esta columna no pretende descalificar a esta institución y la permanente labor que desarrollan como garantes de la seguridad y el orden, pero sí es necesario acudir de todas las maneras posibles a las autoridades competentes, para que quienes gustan de la práctica de esta disciplina, ya sea de ruta, ciclo montañismo u otros, gocen de garantías para poder continuar con este maravilloso deporte.
Tengo conocimiento que en algunas metrópolis han optado por contratar escoltas para poder garantizar la seguridad de algunos grupos de ciclistas, quienes ante el acecho de la delincuencia tuvieron que reunirse para crear un fondo económico que les permitiera pagar a personas encargadas de acompañar sus recorridos, disminuyendo así el riesgo de atracos. Otros han optado por adquirir armas traumáticas, portar tambos u otro tipo de artefactos que en un momento dado les permitan defenderse ante el accionar de la delincuencia.
Conversando con algunos empresarios y comerciantes de bicicletas e implementos deportivos, me expresaban abiertamente su enorme preocupación al respecto, sobre todo porque ellos conocen a fondo la problemática y están enterados de los casos que a diario suceden y la verdad es que es lamentable que la gente esté sintiendo temor y algunos incluso estén pensando en no volver a salir a practicar su deporte por falta de garantías.
Hago nuevamente un llamado a las autoridades, para que tomen medidas inmediatas al respecto, pues es claro que la vida y bienes de ciudadanos honestos se encuentra en riesgo por el accionar descontrolado de la delincuencia.