Alfonso Vélez Jaramillo
El ascenso del Atlético Huila a la categoría A del futbol profesional colombiano significa un elixir que ha permitido conjurar, al menos de manera transitoria, la enorme desintegración en la que estamos inmersos por diferentes factores, menos por lo deportivo.
Esta nueva promoción a la categoría A, generó las expresiones de alegría y satisfacción en todos los sectores sociales y nos unió en torno a una institución, que, pese a ser la más importante y la que mueve una inmensa afición, es la más olvidada, nadie lo entiende.
Y no solo es olvidada, la más atacada por enemigos gratuitos sin pensar en el enorme sacrificio del presidente Juan Carlos Patarroyo y su gerente Carlos Barrero, para sostener el equipo, sin los recursos necesarios, sobre todo para tener los pagos de salarios al día. Nadie entiende como lo hacen.
Pese a ello, hay expresiones ofensivas y egoístas que zahieren a los huilenses, por ser una organización de carácter privado, sin tener en cuenta que su fin es promover el deporte, actividad que orienta a la integración, descanso, el esparcimiento, la participación comunitaria que armónicamente apuntan al mejoramiento de la calidad de vida.
El saludo y felicitación a los jugadores, cuerpo técnico, directivos y aquellos que de una u otra manera ayudaron a conseguir el objetivo de la máxima categoría, dos veces en menos de 2 años, algo inédito, hay equipos con varios años sin poder ascender.
América, con toda su tradición, 15 campeonatos, 4 finales de copa libertadores, jugadores de talla mundial, pergaminos y experiencia internacional de un siglo y demoró 5 años para regresar de nuevo a la A.
No ha de faltar quienes de manera descarada siguen haciendo campaña política con el tema de estadio, responsabilizando de manera sesgada a quienes consideran sus enemigos políticos, como portaestandartes de la moral y la ética, sin hacer un análisis crítico de la situación del club ni señalar a los verdaderos responsables de la crisis del estadio, todo por política.
Otros rumoran de manera irresponsable que los directivos le apuestan a quedarse en la B, dizque porque es más rentable, que falacia, esto es mentira, cómo va a ser mejor la B que la A, nunca, porque cualquier equipo se desvaloriza y la afición se dispersa y hasta puede acabarse la institución.
Ahora, si queremos un equipo fuerte en la A debemos unirnos y ayudar entre todos, gobierno y sector privado, gremios, empresarios, hinchas y huilenses en general. Pongamos un granito de arena, como hacen en otras regiones.
El uniforme de otros equipos porta los avisos de la gobernación, las alcaldías, los bancos, las empresas públicas y privadas, en cambio en el Huila no se volvió a ver una mención pagada. La ley permite estas inversiones en publicidad en las camisetas a las entidades de estado o a través de terceros.
El Atlético Huila en la B necesitaba por lo menos 8 mil millones de presupuesto, mientras en la A esta cifra puede llegar a los 13 mil millones, pero ¿cómo los va a conseguir si no tiene un patrocinio fuerte?, al menos la electrificadora del Huila aporta algo, ni siquiera cuenta con las entradas al estadio por la situación de este escenario.
Le pregunté al alcalde Gorky Muñoz, y aseguró que nunca ha dicho que el estadio no sea prioridad, y que su gobierno tiene el proyecto ante el Planeación Nacional para hacer un gran complejo deportivo y cultural.
Reforzarán las tribunas, reformarán el coliseo, la piscina olímpica, con parques biosaludables, parqueaderos, y que solo falta la viabilidad técnica y el visto bueno de los demás organismos de control del orden nacional, para comenzar las obras.
Mientras tanto estudian la posibilidad de que el Atlético Huila pueda jugar en Garzón.
De todas maneras, estamos felices por la demostración de vergüenza, honradez, decoro, y la conciencia de sus jugadores, cuerpo técnico y directivo en este otro atormentado año en la B.
Ahora unámonos y ayudemos al Atlético Huila a superar el escollo financiero, de lo contrario nos veremos abocados a que los directivos se cansen y puedan enajenar el equipo y se lo llevan a otra ciudad donde encuentren apoyo.