Por: Gerardo Aldana García
Los emperadores en los grandes imperios de Egipto y Roma son recodados por sus grandes obras. Lo son porque las mismas tuvieron el carácter de ser una soberbia edificación o por la transformación social desde medidas de gobierno capaces de fundar bases para el bienestar, cual es el caso de propósitos de largo alcance como el ya abordado desde mi columna en ámbitos como el renacimiento italiano. Las pirámides de Egipto y el Coliseo Romano son ejemplos de enormes infraestructuras que aún, milenios y siglos después, siguen dando de qué hablar de sus gestores y constructores, al tiempo que naciones enteras viven de su legado patrimonial. Se dice que son obras tan significantes que requirieron para su construcción el concurso de varios emperadores.
Acercándonos al mundo de hoy, ciertamente los gobernadores en cada departamento son recordados por obras de gran impacto. Guiilermo Plazas Alcid por el estadio que de futbol que lleva su nombre y que décadas después, la administración de Pedro Suárez se encargó de llevar a la ruina y desaparición como escenario de deporte de alto rendimiento. Rodrigo Villalba Mosquera, en Rivera y La Ulloa pervive por la pavimentación del circuito Caguán – La Ulloa – Guadual – Rivera – Riverita. Jaime Losada Perdomo y Jaime Bravo Mota, con una visión gestora de Julio Enrique Ortiz, aportaron en sus gobiernos para la construcción del complejo arquitectónico del Centro Cultural y de Convenciones José Eustasio Rivera de Neiva. En la década del setenta, Héctor Polanía Sánchez a su paso por la Gobernación perfiló seguramente la más destacada prospectiva de desarrollo del territorio desde la cual empezó el más ambicioso plan de modernización del departamento en temas como electrificación rural y urbana, trazado de vías, hoteles, colegios, hospitales, integración regional mediante vías a Mocoa y a Popayán. Se recuerda con mucho vigor el desarrollo turístico y en ese sentido impulsó el inició de los trámites internacionales para que San Agustín fuera reconocido como patrimonio de la humanidad. Construyó aeropuertos en Pitalito y Garzón, así mismo rectificó el trazado de las vías que conducen a San Agustín desde Neiva. Hizo los proyectos hidroeléctricos de Betania y El Quimbo. Por su parte, Carlos Julio González Villa y Cielo González Villa se recuerdan por el Parque de La Música Jorge Villamil Cordobés que, en su momento perfilara la administración de Luis Jorge El Pajarito Sánchez.
Por supuesto que el lector puede hacer el balance de cuáles obras verdaderamente son de impacto regional y tienen el sello de pervivir en el tiempo o de ser recordadas como hitos del desarrollo regional. Bien puede decirse, recurriendo a la jerga popular, que hay inversiones públicas que son un paño de agua tibia y hay otras que inmortalizan el nombre del gobernante y líder político. Lo que causa un pesar enorme es que en la región se han formulado proyectos que podrían traer beneficios enormes para la región cual es el caso del Parque Temático La Tataco que dejó Rodrigo Villalba Mosquera, con una visión de importante desarrollo del desierto, con observatorios astronómicos y planetarios de alta tecnología, aeropuerto, museos y áreas de servicios de alojamiento, turismo cultural, etc.; muy bonita iniciativa, pero lamentablemente no se realizó. Hay gobernantes tan irresponsables que desestiman las inversiones que, bajo enfoques técnicos ha formulado su antecesor y la repudian, sin importar las bondades del proyecto y mucho menos el dinero que se invirtió en el mismo, y en su lugar lo archiva. Muy tenaz.
Los huilenses tienen gran fe en el último año de gobernó del Ingeniero Luis Enrique Dussán López, en quien yace la esperanza de ver la obra por la cual será recordado en el tiempo. El pueblo opita ha sido respetuoso y considerado con la dura crisis económica y social, al igual que la personal, que ha enfrentado el dirigente liberal, por lo que se le envía toda la solidaridad a él y la fuerza del colectivo para que su administración cierre con un impacto positivo en el territorio.