Luis Humberto Tovar Trujillo
Vicky Dávila, directora de la revista Semana, informó ayer: “Atención: el presidente Gustavo Petro ya firmó el decreto que dejará libres a integrantes de la primera línea que están en las cárceles”. Ella agrega: “Alerta entre jueces y fiscales: la cúpula de la justicia le hace graves advertencias al presidente Gustavo Petro, quien quiere liberar a los integrantes de la primera línea.” (…) “Las imputaciones y las acusaciones [contra las “primeras líneas”] se dieron por la comisión de delitos que no tenían nada que ver con las protestas”. “El Gobierno Petro busca que ellos sean reconocidos como gestores de paz, lo que ha desatado una tormenta jurídica”.
La eventual liberación de los delincuentes de primera línea, más que una estrategia real para el interés público, obedece al compromiso delincuencial para desintitucionalizar el pais; romper el espinazo constitucional, la columna vertebral del orden jurídico, un verdadero golpe de estado.
Existe el afán del gobierno, no de ponerle orden, y ejercer la autoridad, como debe ser, frente al delito, sino que, por el contrario, cumplir con los compromisos, y acuerdos delincuenciales, absolutamente por fuera del marco institucional, representado en la rama judicial.
Es tan grave la situación institucional, que el gobierno actuando mediante amenazas públicas, protagonizadas por el abogado defensor, de estos delincuentes, muchos de ellos condenados, no por protestar, cometieron los delitos, ampliamente conocidos, amenazó contar la verdad, de la financiación, y liderazgo de ese grupo delincuencial, de no cumplirse ese compromiso preelectoral de su liberación a como diera lugar.
Es tan vulgar el actuar del presidente que, con solo ser elegido, inmediatamente le exigió al fiscal general los liberara, desconociendo que era responsabilidad de los jueces, que hoy también desconoce.
El problema ya dejó de ser, hace rato, jurídico. Es un problema político y de importancia capital.
“Está imponiendo al país sus propias reglas. Él no tiene derecho a hacer eso. Un presidente no crea a su antojo las instituciones. Petro debe ser, por el contrario, un servidor del país y de las instituciones” con razón expreso Eduardo Mackenzie recientemente.
Creer que, soltando delincuentes a diestra y siniestra, inventando ser próximos gestores de paz, es otro fraude político a la sociedad, por el mismo autor, es como creer, que la inequidad se soluciona, con la creación de un ministerio, es ingenuidad, estupidez, o apetito burocrático.
Esas conversiones de delincuentes consumados, de la noche a la mañana, destructores de la nación, solo es posible en los mejores cristianos que se conozca, eso es posible solo en la santidad; después de un ejercicio de arrepentimiento, para sanear la conciencia, lo demás, es producto de las complicidades con el delito, que oportunamente decía Gomez Hurtado.
Preparémonos para lo peor, salvo que la rama judicial quiera reivindicarse ante el país.