Deshojando margaritas
Por Margarita Suárez
Tuve el honor de asistir a la celebración de los 60 años de la Federación Nacional de Cacaoteros. El evento presidido por el ingeniero agrónomo Eduard Baquero, presidente ejecutivo de Fedecacao desde el año 2013, se realizó en el parque de Gigante, población donde nació la Federación. Asistió el alcalde local, César Germán Roa Trujillo, quien aprovechó la oportunidad para anunciar la donación del municipio a Fedecacao de los terrenos donde funciona la Granja Alto Magdalena, que por muchos años fueron entregados en comodato. La entidad gremial entregó un reconocimiento a mi tío Alberto Suárez Zambrano, gestor de Fedecacao y fui designada para recibirlo.
Rafael Mahecha, líder cacaotero, no ahorró esfuerzos para que asistieran los familiares de los gestores de Fedecacao, entre ellos Hernán Lara Perdomo, hijo del gran visionario Oliverio Lara Borrero. Alberto fue un empresario gigante como el nombre de su pueblo natal. En su hacienda La Honda, sembró inicialmente 30 hectáreas de cacao. Su ilusión por este cultivo lo llevó a gestar la Federación Nacional de Cacaoteros, cuya creación oficial no alcanzó a disfrutar, falleció antes de verla cristalizada. Al borde de la carretera nacional, frente a la entrada de su finca, mandó construir un aeropuerto.
Compró el lote y adquirió una motoniveladora para arreglar el terreno. Fue un trabajo muy profesional, con vías de acceso, desagües, alcantarillado y cementación de 900 metros. Después usó esa máquina para ampliar los cultivos de cacao en su finca. El aeropuerto fue inaugurado con un evento al que llegaron en avionetas 20 pilotos comerciales y de la Fuerza Aérea Colombiana. El terminal lo hizo para visitar en Gigante a su señora madre y pensando en sacar el cacao de todos los cultivadores de la zona, para procesarlo y exportarlo. Fue propietario de Tolimax, junto a Zolila Díaz. En la sala de recibo de la empresa había una foto de los fundadores donde aparecía Alberto Suárez, hace poco la cambiaron por la gráfica del actual propietario.
No está bien borrar la historia de las empresas, olvidando a quienes forjaron la industrialización y comercialización. Por eso asistí complacida para dar gracias a Fedecacao por su gesto de recordar y reconocer a sus iniciadores.