Víctor G. Ricardo
Desde el 7 de agosto del presente año, fecha en que inició el gobierno actual, todos los colombianos hemos estado a la expectativa de los cambios que el nuevo gobierno implementará en las distintas políticas públicas.
Los primeros cinco meses de gobierno estuvieron caracterizados por un inicio lleno de mensajes y titulares en redes sociales que anunciaban grandes cambios que generaron importantes incertidumbres, seguido de una agenda legislativa priorizada y que demostró la gobernabilidad alcanzada por el actual gobierno, al lograr acuerdos fundamentales en el congreso en temas tan importantes como la reforma tributaria, la paz total y los primeros debates de la reforma política.
Las incertidumbres iniciales generadas con el cambio y los anuncios en temas como la política de transición energética que señalaba no más exploración de hidrocarburos, la reforma tributaria con un alcance inicial de más del doble del que resultó ser aprobada, la eliminación de las EPS en una reforma a la salud por presentar y una reforma laboral y pensional con profundas transformaciones, además de crear mucha confusión, generaron una gran incertidumbre que llevó a muchos empresarios a someter a reflexión iniciativas de creación de nuevas empresas o ampliación de proyectos que ayudaban al crecimiento.
En esta primera etapa si bien se temió una parálisis de la inversión tanto nacional como extranjera, la realidad es que la inversión se ha venido dando a pesar de la incertidumbre. Posiblemente, esto se debe en parte al viento de cola con el que veníamos en el crecimiento de la economía, a la valoración que algunos hacen de las oportunidades que surgen en momentos de incertidumbre o incluso al hecho de que después de valorar las incertidumbres y compararlas con la realidad en otras naciones se considera adecuado nuestro país, sobre la base de que Colombia sigue siendo vista como una buena alternativa de inversión en la región latinoamericana del continente.
Con este contexto queda claro que la hora de la verdad no sucedió en estos primeros meses, sino que será definida con lo que suceda en el año entrante, donde nos enfrentaremos a una situación económica compleja y en la que conoceremos las verdaderas implicaciones de la reforma tributaria, de las decisiones que en materia de paz total se vayan adoptando, como la controvertida decisión de liberar como gestores de paz a personas de la conocida primera línea así como los alcances de las anunciadas reformas laboral, a la salud y a las pensiones. También esperamos que se defina la gradualidad que se aplicará frente a la política de transición energética, que deseamos reconozca la importancia de esta actividad y los recursos que genera para el crecimiento y desarrollo de nuestro país.
En cuanto al anuncio efectuado del trabajo para la consecución de la paz total, y por ser este uno de los temas de mi mayor interés, quisiera aquí reiterar lo que ya he sostenido, en el sentido de que para la obtención de esta meta es muy importante que se considere no como política de gobierno sino como de Estado, que se reconozca que los actores del conflicto provienen de distintas razones y tienen diferentes objetivos y, lo más importante, que se entienda que con todos estos sectores lo que se debe lograr es un acuerdo de cese al fuego y su incorporación al Estado de Derecho, pues la paz integral es con todos los colombianos, logrando el establecimiento de la equidad y justicia social que llevaría a que todos los habitantes del territorio se incorporen al desarrollo y que por tanto la inversión social del Estado llegue a todo el país, en especial en los campos de la salud, la educación, la vivienda , los servicios públicos y la infraestructura vial. Y que también se evidencie en la asistencia profesional al campesino, la financiación de sus cultivos y la garantía de la compra de los mismos. En otras palabras, que los colombianos comiencen a ver que los sueños que tenemos se convierten en realidad.
De la responsabilidad en el manejo de los mensajes del gobierno, de la estabilidad jurídica que tengamos, de la acción de la justicia contra la impunidad y en especial el castigo de los corruptos que tanto mal han hecho a los colombianos y la seriedad en las transformaciones que llevemos al Congreso dependerá nuestro futuro de crecimiento, desarrollo y paz integral. Por ahora el gobierno debe sentirse triunfante por haber sacado adelante las principales reformas que se propuso, pero no se debe perder de vista que la hora de la verdad será en el año entrante, donde todos los colombianos estaremos a la expectativa de la implementación de lo aprobado y la discusión de las nuevas las iniciativas.