Por: Froilán Casas
Cada uno lee la realidad social, económica, política, religiosa, etc., desde su propio horizonte hermenéutico; es decir, cada uno la interpreta desde su propio corral. Aplicado el método del materialismo dialéctico de Marx y Engels que leyendo a L. Feuerbach y a F. Hegel leyeron la realidad sociopolítica desde el conflicto. La lucha de clases fue la bandera de la su revolución. Por aquí aparece un marxismo recalentado en donde los voceros del mismo gritan a todos los vientos, ¡revolución, revolución!, teniendo como solución eliminar al adversario del cambio: los capitalistas, la clase burguesa, los dueños de los medios de producción. Es fácil gritar pan para hoy ¿entonces?, ¿tendremos pan para mañana? El esquema de la lucha de clases es simple: dictadura del proletariado, sí, y en forma cruenta: ¡Cuánta sangre corrió en la Rusia de los Zares para que se impusiera el comunismo! Y, ¿Cómo se mantiene el comunismo en el poder? A base de represión y masacrando todo disenso, dictadura de partido. ¡Qué democracia!, -un solo partido en el poder y, ¡ay del que no pertenezca al mismo! Arrojado a las tinieblas exteriores. Ese esquema de ver la realidad en línea de conflicto no lleva a la prosperidad e igualdad de un país. La experiencia nos muestra que una economía de mercado con una profunda dosis social es el secreto del desarrollo. Un capitalismo salvaje sin sentido social es el mejor caldo de cultivo para que llegue el comunismo. Donde hay terribles desigualdades es donde llega sin problemas la dictadura del proletariado. Perdóname, -y con razón-. La gente desesperada por el hambre y la explotación, busca otro amo que sea menos cruel. Y,… ¡qué equivocación! Por combatir un mal real se cae en un mal mayor. Para la muestra un botón: ¿cómo está Venezuela?, ¿Nicaragua? Pienso que se debe ver la realidad desde la solución no desde el problema. ¿Cómo salimos de la pobreza siendo Colombia un país tan rico? Pues, sencillo, con el trabajo productivo y la justicia social. Salir de una política asistencialista y de dependencia, a una política de promoción en donde el ser humano sea sujeto de su propio desarrollo. Una persona con hambre no vota con la cabeza sino con el estómago. ¡Qué pena! El hambre no tiene ideología. ¿Por qué se llega a regímenes totalitarios? Sencillamente por falta de justicia social. No se entiende cómo después de doscientos años de vida republicana la conectividad vial esté en ciernes. ¿Qué hace un pequeño o mediano productor? Pues pasarse a la llamada izquierda pues allí, por lo menos encuentra eco a sus problemas. La pobreza es consecuencia de la falta de una reforma estructural en donde la equidad sea la norma del quehacer político. Hay que pasar del subsidio a la mendicidad al subsidio a la productividad. ¿Qué quiere decir esto? Se trata de incentivar al pequeño y mediano productor para que su pequeña o mediana empresa genere más posicionamiento en el mercado, sea competitiva, generando empleo. No podremos llegar a un país próspero sino por el camino del trabajo productivo con una alta dosis social. ¡Cuidado! Sin ética no hay desarrollo.