Álvaro Hernando Cardona González
Nuevamente tenemos la gran fortuna de que esta columna coincida con la fecha que desde hace varios siglos celebra la Navidad. Una fecha escogida por Justiniano I, emperador del Imperio Romano, en su estrategia de unificar todos los territorios del Imperio Romano bajo una misma fe. Aunque la Navidad es el 25 de diciembre, las celebraciones las iniciamos en la noche del 24.
En todo caso, hoy, todas las Iglesias cristianas celebran las épocas históricas del nacimiento y primeros días del más grande de todos los hombres: Cristo.
Son las fiestas más felices del año pues pareciera que los ánimos violentos se aclimataran temporalmente y casi todas las familias se unen para reivindicar los afectos filiales. Los amigos de vieja data se reencuentran, ahora más fácil por las redes sociales, para renovar los recuerdos.
El nacimiento de Cristo se convierte en el llamado anual para recordar qué somos y a qué vinimos a esta Tierra, y de alguna manera la ocasión para que cualquier intención o pensamiento perverso o mal intencionado frente a otro ser humano se deponga, como hemos dicho, al menos temporalmente.
También es una época propicia para reconciliarnos con el medio natural, los recursos naturales renovables y el desarrollo sostenible. Hay que hacer las paces con la naturaleza de la que vivimos y nos permite vivir. Aprovechemos para reflexionar sobre el tratamiento que damos a los recursos naturales y al medio que nos rodea. Nuestras poblaciones crecen mucho y en consecuencia son más sucias, más ruidosas, más insanas y agrestes. Las sociedades estan más expuestas a las variaciones climáticas.
Esperemos no sea una frase de cajón, pero realmente nuestro planeta nos necesita y en esta Navidad podemos recargarnos de mucho amor para dárselo. Hacerlo, puede ser la más grande muestra de aprecio por la humanidad, y por nosotros mismos. El drama de Belén, de una pareja tratando de encontrar un lugar para reposar y donde finalmente nace el Mesías, hoy se repite. Ya prácticamente en el planeta no hay dónde refugiarse de los impactos ambientales y poder desarrollarse sanamente. Hoy estamos el derecho a la vida antes de nacer, por la calidad del aire, el agua y el suelo donde procrea. La familia humana necesita un hábitat adecuado, un ambiente donde desarrollar sanamente las relaciones y un entorno especialmente sano para poder sobrevivir. Hablamos de la Tierra, el ambiente que Dios, como creador, del que Cristo vino a dar fe, nos ha dado para que lo habitemos
Esta celebración de la Navidad debe ser un homenaje respetuoso a lo que Cristo vino a enseñar y lo que, por estar distraídos, hemos dejado de hacer: amarnos los unos a los otros. Buscar el bien común. El beneficio colectivo. Cambiar de conciencia por una auténticamente ecológica. ¡Feliz Navidad para todos los seres humanos en la Tierra!
