Por: José Eliseo Baicué Peña
La mayoría de las personas asocia la Navidad al nacimiento de Jesús. Es decir, le atribuyen un origen netamente cristiano. Nada más erróneo. Pues, la Navidad es una celebración pagana.
Vale decir, que la Navidad cristiana se comenzó a celebrar, aproximadamente, dos siglos después del nacimiento de Jesús. Incluso, luego del nacimiento de Jesús se seguía celebrando esta fiesta de Navidad en torno a la figura de Saturno, de acuerdo con las creencias romanas.
De ahí, que los romanos celebraban la Saturnalia romana, una especie de festival que representaba el solsticio de invierno, al tiempo que le rendían tributo al dios Saturno. En medio de estos agasajos, los ciudadanos de fe cristiana presentaron inconformidades y se oponían a estos festejos, y poco a poco esta oposición fue generando aceptación, a tal punto que se fue acabando la celebración de Saturno, rey del sol.
Este agasajo de la Saturnalia se celebraba cuando el sol estaba más bajo en el cielo, haciendo que los días se volvieran más largos. Fenómeno que representaba el crecimiento. Como ya se dijo, durante esta época se honraba a Saturno, dios del Sol y del fuego. Aunque también tenía estrecha relación con la agricultura, pues, lógicamente se necesitaba del sol para poder sembrar y para que las cosechas fueran abundantes.
Con el tiempo la religión cristiana se impuso en todo el Imperio Romano, dando paso a que el rey Justiniano declarara la Navidad como unas fiestas cívicas, aunque poco duró porque ya por la Edad Media las fiestas navideñas se convirtieron en días para el jolgorio y parranda.
Hay que decir, que a iglesia cristiana eligió entonces el 25 de diciembre como día del nacimiento de Jesús como estrategia en su proceso de expansión, en el que quiso absorber y fusionar sus celebraciones con los ritos paganos de los territorios convertidos, lo cual generó mayor reconocimiento en el contexto global.
El ritual de la navidad fue evolucionando con los siglos, lo que festejamos hoy día es muy distante de estas primeras navidades, y responde principalmente a costumbres originarias del siglo XIX y a la influencia de la sociedad de consumo.
Hoy, estas celebraciones han cambiado mucho. Desde lo eminentemente formal hasta varias creencias de fondo. Por ejemplo: los pesebres en su tamaño y conformación, la celebración de las novenas, los regalos, la asistencia a la misa, y la relación directa con una sociedad de consumo que se aprovecha de la tradición para dinamizar la economía.
No obstante, todo esto. La Navidad es una época maravillosa para compartir, para perdonar, para ayudar, para meditar, para descansar y para crear nuevas ideas. Felicidades.
