La sociedad colombiana inicia el año con algunas noticias económicas que están amenazando seriamente su bienestar general, por la escalada alcista de todos bienes y servicios sin excepción que afectarán los exiguos ingresos de las familias colombianas, que continua su progresivo empobrecimiento, producto de la aplicación incoherente de los instrumentos de la política económica del país, por parte del gobierno nacional. En su afán alcabalero, se han generado mecanismos para aumentar los impuestos sin tener encuenta los efectos nefastos que presentan sobre la calidad de vida de éstas. Así lo reflejan, los más recientes indicadores disponibles que ratifican las aseveraciones expuestas anteriormente. Este año que apenas arranca, las perspectivas económicas son poco optimistas, pero con un grado de moderación en los ritmos de crecimiento. Frente a los datos obtenidos en el 2021, las familias colombianas continuarán por este sendero, que muestra una verdadera incertidumbre económica, sin que exista una posibilidad de observar la luz al final del túnel. No queremos generar pánico con estas aseveraciones. Pero la información cuantitativa disponible así lo reflejan.
El 2022, es considerado el año de la inflación. El crecimiento económico se opacó por el golpe de los precios a los hogares colombianos y por las tasas de interés que han impactado negativamente el sendero sostenido de crecimiento que tuvo la economía colombiana durante el primer semestre de la anterior vigencia. Pero el aumento mensual sostenido que han presentado los combustibles desde que se posesionó el presidente Gustavo Petro Urrego y que desde el primero de enero, se incrementaron en 400 pesos el galón, se convierte en una mortal estocada para toda la economía colombiana, así los integrantes del equipo económico del alto gobierno traten de desviar su justificación con esa retórica barata. Lo que sí es verídico, es que seguirá impactando lesiva y progresivamente el bienestar de las familias colombianas.
Igualmente, la reforma tributaria que desde el domingo anterior se empezó a implementar, contribuirá a lesionar ostensiblemente la dinámica productiva del país y sus efectos lesivos se empezarán a sentir progresivamente. Se espera que el nuevo accionar gubernamental contribuya a equilibrar estos indicadores económicos, que están bastante alterados. Se debe buscar controlar la inflación galopante que ha impactado fuerte y dolorosamente la canasta familiar, la devaluación del peso. Y como si fuera poco, las consecuencias de una ola invernal que marcó casi todo el año anterior afectaron dolorosamente la producción agropecuaria y el deterioro de la infraestructura vial. Aunque los pronósticos más pesimistas parecen disiparse, el ritmo de crecimiento económico se va a frenar y persisten las dudas, hasta qué punto los nuevos tributos puedan afectar el aparato productivo del país y ahuyentar capitales del exterior. Queda esperar que los desafíos al frente sean sorteados de la mejor manera, que los colombianos tengamos un año fructífero y lleno de hechos positivos.
