La sana intencionalidad del gobierno nacional para buscar la paz total debe ser acompañada por todos los actores de la vida pública en el país. A simple vista, parece muy difícil lograr este sano propósito. Pero debemos persistir con el fin de disminuir el creciente panorama de violencia que vive el país, desde hace décadas. Todos sabemos que desde que se firmó el Acuerdo Renegociado de Paz con las Farc, el país empezó a vivir un distencionamiento del conflicto armado en algunas regiones del país, con la desmovilización de más 7 mil efectivos de esta organización narcoterrorista. Pero no todo fue color de rosa. Hemos sido reiterativos desde este medio de información, que mientras persistan los altos niveles de pobreza, la corrupción administrativa y el narcotráfico, esta trilogía que convierte en un detonante y en un material comburente para que se sigan presentando alteraciones permanentes en la convivencia armoniosa de las familias colombianas.
Pero en contravía, de este accionar gubernamental se nota una incoherencia con la aplicación incoherente de los instrumentos de la política macroeconómica del país, que, en lugar de mejorar las condiciones de la calidad de vida de los colombianos, se está generando un efecto adverso y un creciente inconformismo social por estas medidas lesivas, así no lo quieran reconocer las altas esferas del Estado. Por este motivo, la polarización política se sigue manteniendo con mayor intensidad. Por este motivo, los sectores de la oposición han salido en contra de la confiabilidad que generan los esfuerzos gubernamentales, para lograr la paz total. En la noche del 31 de diciembre pasado, el presidente Gustavo Petro le envió al país un mensaje de esperanza para el nuevo año: su gobierno había logrado un cese bilateral del fuego con cinco de las estructuras criminales con más hombres en armas en Colombia.
A simple vista, sorprendió al país, con esta noticia esperanzadora para los habitantes que viven permanentemente sometidos al accionar belicista de estas organizaciones criminales. Recordemos que no se está negociando con los angelitos de la guarda. Son organizaciones narcoterroristas. Por eso, es muy complejo este proceso, que no se logra de la noche a la mañana. Consideramos inoportuno lanzar a través de las redes sociales (Twitter), realizar estos anuncios presidenciales que son trascendentales para la vida de los colombianos. Deben ser comunicados conjuntos y consensuados con los lideres de estas organizaciones. Inicialmente, sin duda, fue un mensaje celebrado por distintos actores y recibió un amplio respaldo por la comunidad internacional. Pero existían dudas en su verificación. Como se preveía, este mensaje de optimismo dio este martes un giro inesperado. El Comando Central de la guerrilla del ELN desmintió que hubiera acordado un cese bilateral del fuego con el gobierno de Gustavo Petro. Este episodio no puede volver a suceder. No hay que desfallecer.
