Ernesto Cardoso Camacho
Para el próximo mes de octubre el calendario electoral convoca a los ciudadanos para ejercer de nuevo el derecho democrático de elegir y ser elegido.
Ya se han conocido diversas aspiraciones de candidatos a gobernación y alcaldías, así como a Asambleas y Concejos.
Lo que aún no se observa con claridad es que papel van a jugar los maltrechos partidos y movimientos políticos que han estado siempre en estos escenarios electorales. Maltrechos, porque sin duda alguna sus mal llamados jefes u orientadores nacionales y territoriales, están padeciendo el mayor rechazo de sus militancias y el desgaste por haber ejercido con más pena que gloria sus liderazgos políticos. Han jugado siempre a la política mezquina, privilegiando sus propios intereses y los de sus roscas clientelistas.
El resultado, evidente y lamentable. Estancamiento y retroceso en el desarrollo regional; en la calidad de vida de los huilenses y sin promocionar o estimular los nuevos liderazgos que oxigenaran a sus partidos y movimientos.
En estas circunstancias, adquiere notable relevancia la calidad ética y moral de los candidatos, así como su preparación académica, su experiencia en los asuntos del Estado y la claridad y pertinencia de sus propuestas. El aval partidista podría terminar siendo un lastre difícil de soportar, especialmente para los aspirantes a la gobernación y las alcaldías.
Lo que se observa teniendo en cuenta las nuevas realidades políticas que se manifiestan en el escenario nacional, donde el gobierno del Pacto Histórico ha logrado consolidar unas contundentes mayorías en el congreso, a cambio de prebendas burocráticas; permite presumir que dichas mayorías buscarán conformar coaliciones para asegurar la elección de sus candidatos en gobernaciones y alcaldías, como estrategia para garantizar la continuidad del Pacto Histórico en el ejercicio del poder.
Sin embargo, existen en el escenario factores que también permiten presumir que dicha coalición podría romperse mas temprano que tarde, debido al creciente malestar que se percibe con los anuncios y ejecutorias del gobierno Petro. Los partidos que se han declarado de gobierno como el Liberal y el Conservador, son sin duda alguna los que definen esas mayorías en el congreso, y en virtud de las normas electorales vigentes, hacia julio y agosto tienen plazo para reversar su posición y pasar a ser independientes o de oposición.
Esta circunstancia sería la única que impediría la posibilidad de que se trasladara esa coalición mayoritaria del congreso a la elección de gobernadores y alcaldes en octubre.
Por otra parte, los partidos declarados como independientes y de oposición al gobierno Petro, tienen también la oportunidad coyuntural de formar coaliciones regionales para evitar una nueva derrota electoral en octubre que los dejaría al borde su desaparición por un buen tiempo.
Como se observa, el panorama electoral de octubre que ya comienza a dibujarse, ofrece claras alternativas que podrían conducir, por una parte; a las nefastas coaliciones partidistas donde lo que menos interesa es la calidad ética y moral de sus candidatos ni sus capacidades y experiencia, y desde luego, la propuesta programática. Es decir, lo mismo de siempre.
O en otra alternativa; dado el desgaste y evidente desprestigio de los partidos y movimientos; que surjan candidaturas y liderazgos de origen cívico, en las que puedan confluir ciudadanos sin militancia política, así como militantes de los maltrechos partidos que buscan castigar la mediocridad y las conductas clientelares y hasta corruptas de quienes han sido los jefes y orientadores de los partidos de sus afectos.
Visto así el escenario las apuestas estarán sobre la mesa. ¿Seguiremos padeciendo la politiquería clientelista, irresponsable y corrupta? Los ciudadanos tenemos la palabra.