Frente al aumento del costo de vida en el país, la alimentación saludable se constituye en un verdadero reto para los colombianos y tanto los adultos como los niños necesitarán balancear sus comidas principales, pero también poner especial atención en las loncheras de los menores cuyo propósito debe ser el de incluir alimentos que les ayuden en sus procesos de rendimiento y concentración durante sus jornadas de clases.
DIARIO DEL HUILA, SALUD
Con el precio de los alimentos que comenzando el año han subido hasta en un 50% en el país, alimentarse bien se constituye en un desafío para las familias e impacta directamente la alimentación de los adultos trabajadores y las loncheras de los niños, quienes en su proceso de crecimiento son los que mejor se deberían alimentar.
Según Adriana Ruíz, coordinadora del programa de Salud y Bienestar Equilíbrate de Sodexo, empresa experta en alimentación corporativa, “para los adultos trabajadores, es de vital importancia que se diferencie la dieta de un operario frente a la de un colaborador administrativo porque la actividad física y el correspondiente gasto calórico son casos opuestos, y en esta medida sus dietas deben ser distintas. Ahora en el caso de los niños es fundamental tener un conocimiento suficiente en torno a su nutrición pues son un mundo aparte”.
Al hablar puntualmente de una lonchera infantil, como complemento a las comidas principales, es decisivo que los padres de niños que reciben alimentación en su colegio estén ampliamente informados sobre los menús diarios que consumen sus hijos en la institución educativa. Teniendo clara esta información podrán organizar una lonchera verdaderamente saludable y complementaria para cubrir los requerimientos del balance adecuado.
En concepto de la experta, “si el caso es el de una lonchera para los intermedios de clases los niños podrían llevar frutas enteras, burritos de pollo y vegetales o un sándwich de atún y vegetales en pan integral, acompañados de agua, una bebida láctea o avena casera, productos que deberían ir en reemplazo de los tradicionales paquetes de papas, galletas y gaseosas”.
“A la hora de empacar una lonchera de almuerzo hay que asegurarse de que esta siempre contenga una porción principal de proteína como pollo, carne o pescado, y en su defecto una porción de carne de hamburguesa magra. Como acompañamiento se aconseja incluir una generosa porción de verdura que sea del gusto del niño, así como pan o cereales integrales y no olvidarse de la alternativa de los granos como el frijol o la lenteja”, resaltó Adriana Ruíz.
En cuanto a las bebidas acompañantes del almuerzo de un niño, para balancear la dieta y también el bolsillo de los padres, se pueden eliminar las bebidas azucaradas, así que las gaseosas, los jugos de frutas empacados, el té azucarado y las bebidas deportivas tendrán que cambiarse por el agua, la leche o los productos lácteos. Estos últimos proporcionan calcio y vitamina D que ayudan con el proceso de calcificación de los huesos tan importante en la etapa de crecimiento.
Otro tema importante es el de ponerle atención al tamaño de las porciones. Los niños de cuatro y cinco años deben comer cantidades más pequeñas que los preadolescentes y los adolescentes, y así mismo las porciones deben ser calculadas según el sexo del menor y las calorías que cada uno debe consumir según su tipo cotidiano de actividad física.
Según la publicación HealthyChildren.org, tanto para los niños como para las niñas con actividad moderada, entre los 4 y los 8 años, se recomiendan porciones diarias con un contenido entre 1.400 y 1.600 calorías diarias. Por su parte, para los niños con actividad moderada entre los 9 y 13 años se recomienda una ingesta de 1.800 a 2.200 calorías y para las niñas de la misma edad, entre 1.600 y 2.000 calorías por día.
Igualmente, la organización asegura que para el caso de los jóvenes hombres de 14 a 18 años con actividad moderada es recomendable un consumo de entre 2.400 y 2.800 calorías, mientras para las mujeres entre este rango de edades, debe ser de 2.000 calorías en un día. Este conteo calórico es distinto para los niños y jóvenes inactivos y también para los muy activos, razón por la que es necesario que los padres lleven un control adecuado con la ayuda de los nutricionistas.
“Temas como la alimentación adecuada, la armonía del hogar, el descanso a tiempo, una buena calidad de sueño y una suficiente actividad física definen la buena salud y el rendimiento académico de los jóvenes, quienes además comenzarán a formarse en hábitos saludables para su época de estudio y para todas las etapas de la vida”, concluyó la coordinadora del programa de Salud y Bienestar.