Aníbal Charry González
Se cacarea con frecuencia que tenemos una democracia sólida, sustentada en partidos y movimientos políticos con ideología y disposición de servicio a la comunidad practicando la política como arte de gobierno en su beneficio, cuando en realidad con muy pocas excepciones, lo que tenemos es una montonera de partidos y movimientos carentes de ideología y principios para el ejercicio de la política, que tergiversan lo que debe ser una auténtica democracia, convertidos en empresas electorales con ánimo de lucro o genuinas mafias politiqueras dispensadoras de avales al mejor postor producto del clientelismo y la corrupción, que son los que generan los votos para su vigencia electoral, al punto que se otorgan avales con la nariz tapada a cualquier mafioso que tenga votos, no importa que después de elegido resulte condenado por corrupción.
Por eso en este desventurado país de la politiquería, que no de la política, ningún sistema político electoral puede funcionar con transparencia, mientras sea dirigido, establecido y operado por estas mafias electorales, que no tienen ningún interés en que la política como arte de gobierno funcione en beneficio de la sociedad, sino en favor de sus protervos intereses de lucro particular, que se demuestra palpablemente en que aquí no ha funcionado producto del contaminado sistema electoral que nos rige, ni con listas abiertas o cerradas, porque siempre ha primado el ánimo de lucro torticero de esas mafias que se disfrazan como consecuencia del clientelismo y la corrupción de democracia, para arrasarla y así satisfacer su sinuosa codicia.
Porque hay que decir que las listas abiertas y cerradas no es una controversia de estos tiempos, ahora que está tramitándose en el Congreso la enésima reforma política, sino que han existido de vieja data y han terminado pervertidas por la corrupción y el clientelismo y la llamada dictadura del bolígrafo para la confección de las listas cerradas, precisamente porque los partidos han carecido de verdadera ideología y principios para el buen suceso de la política con una organización interna que les permita en el caso de las listas cerradas, que los afiliados a los partidos democráticamente sean los que decidan sobre la selección de los candidatos.
Por eso con acierto Alfonso Gómez Méndez en su columna de El Tiempo, afirmó que con la eliminación de las listas cerradas por las listas abiertas “se pasó de los partidos de verdad al de los “contratistas”, reales financiadores de campaña -con retribución incluida- lo que aumentó la corrupción política y, desde luego, el dinero de todo tipo de mafias”. Lo cual he reiterado en mis columnas y lo tenemos que padecer en todo el país como lo estamos padeciendo en Neiva con la imputación al actual alcalde por corrupción. De ahí que muchos se opongan al restablecimiento de las listas cerradas que propone la reforma política que cursa actualmente, incluidos algunos del Pacto Histórico, so capa de que se limita la democracia, que por supuesto no podrán depurar el ejercicio de la política , sino se impone legislativamente una organización interna de los partidos que acabe con esas mafias politiqueras.