Los parques naturales de Colombia son claves para regular el ciclo del agua, proteger la biodiversidad del país y combatir los efectos del cambio climático.
DIARIO DEL HUILA, MEDIO AMBIENTE
Los Parques Nacionales Naturales (PNN) cumplen con la interceptación, regulación, transpiración, depuración del ciclo del agua, producción de energía, reducción de los desastres naturales, adaptación y mitigación al cambio climático.
Hoy por hoy cubren casi 50 millones, lo que significa el 83 % de la representatividad ecosistémica de Colombia.
Lo que se registra es que habitan más de 20.000 personas y más de 24.000 especies descritas.
En ese sentido, “el Plan Nacional de Desarrollo nos habla de ordenamiento territorial en torno del agua, que justamente nace en áreas protegidas como el Parque Nacional Chingaza. Por ejemplo, la población de Bogotá depende de que este ecosistema funcione bien”, explicó Luisz O. Martínez, director de PNN.
Hoy la realidad es que los Parques Tinigua, Sierra de la Macarena, Chiribiquete, La Paya y Paramillo están sometidos a numerosas presiones según el informe “Diversidad y territorios para la paz”, publicado a finales de 2022 por la iniciativa Parques Nacionales Cómo Vamos.
Pero esto no es lo único que aqueja estos parques naturales, según el último informe del Ministerio de Ambiente y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) actualmente tienen 174.000 hectáreas de bosque perdidas producto de la deforestación, una actividad que habría crecido cerca del 1,5 % en relación a 2020.
Según la caracterización realizada por el PNN 35 Parques tienen ecosistemas vulnerables, 17 en peligro y 16 en peligro crítico, lo cual se convierte en una de las tareas claves para desarrollar en los cuatro años de gobierno actual.
“Nuestro objetivo es fortalecer el Sistema Nacional de Áreas Protegidas a través de un conjunto de estrategias a nivel regional y municipal basadas en enfoques como la bioeconomía. También serán prioridad las reservas de la sociedad civil que hoy superan las 1.100 y representan casi 240.000 hectáreas de conservación”, indicó.
Además, hace una clara reflexión acerca de la conservación del medio ambiente y es que “gracias a la producción de aire, agua, regulación climática y conectividad ecológica es que es posible la vida (…) Si incorporamos la biodiversidad unida a la economía como modelo a seguir, podremos conseguir la cohesión social que tanto hemos buscado. La identidad y el respeto a la cultura también serán fundamentales en este aspecto”.
El cuidado de estos ambientes se estudia en las cumbres de cambio climático y biodiversidad que han terminado con la conformación de iniciativas que se han integrado en el programa “Desarrollo Local Sostenible en zonas marginadas de Colombia” (DLS) que inició en 2016 en apoyo a la implementación de la reforma rural integral del Acuerdo de Paz, y concluyó en 2022.