Diario del Huila, Primer Plano
Por: Juan Manuel Macías Medina
Fotos: Tatiana Ramírez
Solangie Valencia González de 30 años, llegó hace 11 años a la ciudad de Neiva, en donde vio oportunidad para mejorar sus ingresos económicos, pues tiene seis menores que alimentar. Lo que no sabía la mujer, es que el sitio que había adquirido a muy bajo precio, iba a representar un constante riesgo para su vida y las de sus hijos.
“Acá tenía este lote, llevo viviendo cuatro años en este sitio, llegué de Cali hace 11 años porque la situación era muy difícil y me dieron este sitio barato, pero ahora con las lluvias se me vino todo encima, nos quedamos sin casa”, manifestó Valencia.
Al no tener respuesta por parte de los organismos de socorro, la mujer decidió, por sus propios medios, agarrar una pala y comenzar a remover la tierra de la montaña que cada vez más se está apoderando de su vivienda.
“La casa queda como en una loma, entonces por las fuertes lluvias se me vino la tierra encima, yo busqué ayuda de los bomberos pero ellos fueron claros y me dijeron que el gobierno no estaba ayudando los sitios que no están legalizados. Yo hablé con ellos y me dijeron que lo único que podían hacer era prestarme el carro para conseguir unas llantas, eso nos puede servir para que la tierra no se siga viniendo encima de la casa. Ellos fueron claros y nos dijeron que no podían hacer nada más”, informó la mujer.
La difícil situación de Solangie
Mientras señalaba el sitio del derrumbe, Solangie contó la difícil situación que ha tenido que vivir en la ciudad, pues se rebusca vendiendo ‘raspados’ en las calles de la ciudad, todo esto, para poder que a sus hijos, aunque humildemente, no les haga falta la comida.
“La verdad yo no tengo apoyo de nadie, tengo familia pero ellos están en Cali y están en sus cosas, yo estoy sola con mis seis hijos. Yo me defiendo vendiendo raspados o cualquier cosa para poder que coman mis hijos, las personas que viven por acá también me ayudan harto, nos regalan mercadito cuando pueden”, aseguró.
Pero la venta de ‘raspados’ no es a lo único que Solangie se dedica, pues según contó, hace de todo para que sus hijos puedan tener comodidades, eso sí, mientras trabaja no los puede dejar en la casa, pues ésta, aunque no llueva, amenaza con venirse abajo.
“Yo también voy a casas a hacer aseo, para poder hacer eso me toca dejar a mis hijos en la casa de alguna vecina, primero, no puedo dejarlos solos porque están muy pequeños, y segundo, tampoco puedo dejarlos en la casa porque en cualquier momento esa montaña se viene encima”, dijo la mujer.
Mientras remueve la tierra que se tomó su casa, Solangie cuenta que le gustaría que sus hijos vivieran en mejores condiciones, sin embargo, el penetrante olor a humedad le recuerda que eso fue lo que le tocó.
“Yo vivía antes en otra montaña, pero allá era también malo, pensé que aquí era bueno y me vine para acá. A mí sí me gustaría vivir en otro sitio que no represente riesgo para nosotros, pero la plata no nos da, en este momento no tengo dinero para pagar un arriendo de $300.000 o $400.000, eso es lo que me consigo pero para la comida de mis hijos”, expresó.
El miedo de la familia no es solo que la montaña se venga abajo, sino que en la parte de encima de la loma hay otra vivienda, y ésta, en caso de derrumbe, no pararía en otro sitio, si no es la casa de la familia Valencia González.
“La vecina construyó la casa al lado de la de nosotros, pero también está en riesgo, el miedo de nosotros es que se nos venga encima. Yo duermo con mucho miedo porque cuando llueve no hay modo de detener el agua, estos días que ha llovido la casa de nosotros parece un río”, sostuvo la mujer, mientras anunciaba la manera en la que, para ella, la casa de su vecina se caería encima de la suya.
Noches en vela
Solangie presentía el derrumbe, por esta razón, la joven no logra conciliar el sueño desde que las atípicas lluvias de los últimos días, azotan la capital huilense. Gracias a la pericia de la mujer, los derrumbes no dejaron nada que lamentar. Las precipitaciones del pasado martes, hicieron que la mujer, madre cabeza de hogar, sacara a sus hijos de la casa, pues la tierra se estaba deslizando y quería adelantarse a cualquier infortunio.
“La noche anterior yo estaba acostada con los niños, no estaba dormida porque sabía que estaba lloviendo duro. Comencé con la pala a mover la tierra para que no se nos entrara tanta agua, pero comenzó a venirse toda la tierra, yo presentía el derrumbe, escuchaba que la tierra se estaba moviendo entonces mandé a mis hijos para la parte de atrás de la casa”, recordó con angustia la mujer.
Solangie, continuó. “Me tocó salirme porque era mucha la tierra que se había venido encima de la casa, me salí con los niños, menos mal lo hicimos porque se vino una piedra grandísima encima, después se vino la otra piedra, nosotros ya estábamos fuera de la casa”, detalló la joven madre de familia.
Aparte de que la casa está al borde del colapso, la temporada de lluvias no le colabora en el ámbito laboral, pues, ¿Quién come ‘raspado’ con este clima?
“En un día me hago 30.000 pesos, cuando está bueno, me puedo hacer hasta $35.000, eso es lo del desayuno, almuerzo y la comida. Ahora con la temporada de lluvias pues, aparte de que me ha afectado la casa, también me afecta el transporte, porque el clima no ayuda para vender los raspados”, agregó.
La mujer no perdió la oportunidad para pedir colaboración a las autoridades municipales. Solangie, dice que necesita llantas viejas para sostener la casa, sin embargo, se sabe que a la fuerza de la naturaleza no la detiene nada, y menos unas llantas, lo que necesita la familia Valencia González es una pronta reubicación.
“Yo le digo a la administración municipal que por favor nos ayude, a la gente de buen corazón que nos colabore también, soy una mujer que no tengo de dónde coger. A mí me gustaría que me ayudaran con materiales, para construir, agradezco comida, pero eso no es problema, yo me rebusco la comida como he hecho durante todos estos años”, puntualizó la madre que, aunque pase la temporada de lluvias, tiene claro que no va a poder estar tranquila mientras viva en el asentamiento Oro Negro.