Las marchas de los sábados en la noche en Tel Aviv suelen ser multitudinarias. La gente se une para rechazar la reforma judicial del Gobierno.
Por: Hernán Galindo M
Foto: El Colombiano
Israel está ardiendo y no precisamente por su perpetuo conflicto con Palestina. Esta vez lo que tiene los decibeles altos en el Estado judío es una polémica reforma judicial que impulsa el actual gobierno y que, en pocas palabras, cercena la independencia de poderes que –al menos en teoría– tiene toda democracia.
La propuesta la viene impulsando el derechista primer ministro Benjamín Netanyahu, la cual ya se aprobó en el parlamento israelí en un primer debate.
El texto fue aprobado en la Knéset –como se le conoce al Congreso judío– por 61 votos a favor y 52 en contra. No obstante, aún debe pasar dos lecturas o debates más antes de convertirse en ley.
De aprobarse, el proyecto permitiría a los legisladores anular decisiones del Tribunal Supremo con una mayoría simple de 61 de los 120 integrantes de la cámara única.
También haría más difícil que el máximo tribunal anule leyes que en su criterio contravienen las Leyes Básicas –el equivalente a una constitución en Israel–, al requerir el apoyo de 12 de los 15 jueces.
Antes de aprobar este texto, los diputados también aprobaron en primera lectura otra ley que limita las posibilidades de que el primer ministro sea objeto de un proceso de destitución.
El gobierno de Netanyahu ha argumentado que las reformas son necesarias para limitar la interferencia judicial, pero los manifestantes han reclamado que en realidad amenazan la democracia liberal de Israel al debilitar los controles y equilibrios.
El país ha vivido 10 semanas de protestas, en especial en Tel Aviv y Jerusalén. La cita es cada sábado a las 8 de la noche y se ven calles repletas de gente ondeando carteles en defensa de la democracia que la reforma de Netanyahu amenaza.
Caos constitucional
El gobierno de Netanyahu, en coalición con partidos ultraortodoxos y de ultraderecha, presentó la reforma judicial en enero.
Según los críticos, el paquete limita el poder de la justicia ante los políticos y protege a Netanyahu, enfrentado a acusaciones de corrupción.
Pero Netanyahu y su gabinete ministerial argumentan que los cambios son necesarios para restablecer el equilibrio de poder entre los políticos electos y los jueces no electos del poderoso Tribunal Supremo.
Las reformas también le darían a la coalición gobernante más poderes para designar jueces.
El presidente israelí, Isaac Herzog –cuyo papel es en gran parte ceremonial–, intentó mediar en un diálogo sobre el proyecto, que ha dividido profundamente la política y la sociedad israelíes.
Herzog advirtió que la “crisis constitucional y social” daña al país y que “podría tener repercusiones diplomáticas, económicas, sociales y de seguridad”.
No obstante, el líder opositor Yair Lapid, un exprimer ministro centrista, se ha negado a participar en un diálogo hasta que la coalición de gobierno frene sus esfuerzos por convertir la reforma en ley.
El caso es que tan polémica es la reforma que un viejo aliado de Israel –como lo es Estados Unidos– le hizo un llamado a la concertación.
En efecto, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, dijo que cualquier reforma importante requiere consenso. En entrevista con AFP, aseguró que –si bien Estados Unidos no tomaría partido sobre los detalles de las propuestas– en la “muy vibrante democracia de Israel” llegar a “un consenso es la mejor manera de avanzar”.
La Unión Europea también ha pedido negociar.
Van 100 muertos en lo que va del 2023
Un palestino abatido en Cisjordania tras sacar un cuchillo, según las fuerzas israelíes, se convirtió este viernes en la víctima número 100 del conflicto en lo corrido de este 2023. El palestino, identificado como Yazan Omar Jamil Jasib, de 23 años, murió “luego de que las fuerzas de ocupación dispararan contra él a la entrada norte de la ciudad de Al Bireh”, cerca de Ramala.
