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Falta de medicinas angustia a los pacientes con trastornos mentales

Mar 24, 2023

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Cuatro personas diagnosticadas con enfermedades de salud mental contaron cómo han cambiado sus tratamientos en los últimos meses. Expertos dicen que es una situación de vida o muerte.

Por: Hernán Galindo M

Foto: El Colombiano

Además de los medicamentos para el tratamiento de algunos trastornos mentales, también escasean los fármacos para tratar enfermedades como el VIH y la leucemia.

Los tratamientos psiquiátricos en el país corren peligro por cuenta de la escasez de medicamentos. Hasta hace unas semanas se creía que era una crisis que solo tocaba a los pacientes de enfermedades físicas, pero también afecta a los pacientes de las enfermedades mentales.

Amanda*, de 25 años, ha visto afectada su economía, su trabajo en Bogotá y su tranquilidad desde que se volvió una misión imposible conseguir que su EPS le suministre sus dosis de desvenlafaxina (medicamento usado para tratar la depresión). Ni en las farmacias y droguerías ha podido encontrar este medicamento clave para tratar el diagnóstico de depresión y ansiedad que tiene desde hace cinco años.

“Lo que sé es que está agotado porque se dejó de producir y ahora no se encuentra en ninguna parte de Colombia. Lo intenté pedir en muchas ciudades de Colombia, pero ni por Google lo pudimos encontrar”, le contó a este diario.

Una situación parecida a la de Amanda vive Maria Camila Velásquez desde diciembre de 2022, en Pereira. Desde entonces dice que su entidad promotora de salud no le ha podido garantizar el acceso a los fármacos escitalopram (antidepresivo) y quetiapina (ansiolítico), que tiene recetados desde finales de 2021 cuando le diagnosticaron trastorno de ansiedad y depresión.

Cuenta que, a raíz de la imposibilidad de adquirirlos, su psiquiatra ha tenido que cambiarle tres veces la fórmula, por lo cual le medicaron duloxetina (un antidepresivo), la cual ha tenido que buscarla por farmacias para no interrumpir su tratamiento.

“Para comprarla he tenido que sacar de mi plata. Es una caja en la que solo vienen siete cápsulas y, para mi medicación, necesito gastar entre $70 mil y $80 mil al mes. Pero hace dos semanas no lo tomo, porque la economía no me da para costearlo”, aseguró.

Stella* se ha visto afectada por esta escasez en sus finanzas, ya que conseguir la duloxetina y la pregabalina para tratar su ansiedad es complicado en cuanto a que “solo se consiguen en Mental Care y no se encuentran fácilmente en una farmacia cualquiera, pero si se consiguen son costosísimas”. Aún con esta dificultad, contó que le “toca comprarlos de su dinero para no dañar el tratamiento, pero a una persona sin recursos sí le afecta”.

En medio de estas historias hay todo un entramado de señalamientos graves, peleas entre autoridades, desautorizaciones y hasta cabezas rodando en la entidad encargada de hacer seguimiento, notificación y generación de alertas sobre el estado de abastecimiento de medicamentos: el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima).

Según el más reciente informe de esa entidad y del Ministerio de Salud y Protección Social sobre la realidad del desabastecimiento de medicamentos en el país, son en total 39 los que realmente están declarados como “desabastecidos”. Entre estos, varios claves para atender enfermedades como el VIH, la leucemia, los dolores crónicos y los trastornos mentales.

Estos últimos afectarían los tratamientos de las personas con estas patologías. Que no son pocas. Por ejemplo, la Encuesta Nacional de Salud Mental registró que el diagnóstico por depresión tiene una prevalencia de 15,8 % en adolescentes, 4,7 % en adultos entre los 18 y 44 años (mujeres en su mayoría) y 8,9 % entre adultos mayores de 45 años. También señaló que entre 2018 y 2020 se suicidaron 8.549 personas y 85.526 más intentaron hacerlo.

Sin olvidar que la postpandemia del covid-19 develó cómo el virus, y los cambios sociales que se vivieron en medio de la contingencia para contrarrestarlo, impactaron en la salud mental de los colombianos. Por eso el Ministerio de Salud señala que esta contingencia mundial de salud aumentó en más del 25 % los problemas de salud mental en el país; así como que en los últimos cinco años aumentó en un 34,6 % el número de personas atendidas por consultas de salud mental, pasando de 936.940 pacientes en 2019 a 1.287.194 en 2021.

Esas cifras del Invima fueron publicadas este jueves 23 de marzo luego de dos semanas de peleas y de señalamientos que dejó a su director encargado, Francisco Rossi, sin que lo ratificaran en el puesto. Y es que Rossi primero dijo que las EPS estaban “reteniendo y no entregando los medicamentos a los pacientes con el objetivo de oponerse a la reforma a la salud”, a lo cual las aseguradoras respondieron que era una afirmación mentirosa y la rechazaron.

Después, citado a un debate de control político, dijo que la ministra de Salud, Carolina Corcho, “ha recibido varias veces visitas de comercializadores internacionales de medicamentos que, lista en mano, nos dice que los (medicamentos) que estén desabastecidos nos los ponen en una semana en Bogotá en un contenedor a un precio mínimo”.

Como las EPS, Corcho también desmintió al entonces director y dijo que no ha “sostenido reunión con ningún laboratorio internacional que haya ofrecido medicamentos que escasean. No existe ningún contenedor esperando ingreso. El Ministerio puede ser facilitador, pero no es el comprador de estos medicamentos que corresponde a otros agentes del sistema”.

Una cuestión de vida o muerte

Un diagnóstico por una enfermedad o un trastorno mental y su tratamiento posterior es un proceso que, en ocasiones, requiere de tiempo prolongado, entre otros aspectos, para medicar al paciente con un fármaco que pueda hacerle efecto. Para esto pueden requerirse entre tres y cuatro semanas. Y si se cambia o modifica la dosis del medicamento, el efecto se pierde y para retomarlo se necesitan que pasen esas semanas.

Así es el caso de Rubén Rivera, de Bucaramanga, quien está diagnosticado con trastorno bipolar tipo 2 y ve su tratamiento afectado por el desabastecimiento.

El fármaco que más le ha costado conseguir es el carbonato de litio, una sal que se usa, además, para tratar la depresión mayor recurrente, el trastorno límite de la personalidad y el trastorno esquizoafectivo.

“Siempre que saco cita con la psiquiatra, la respuesta es que no puede mandar el medicamento porque hay escasez a nivel mundial y que en el país la situación es específica”, expresó.

Debido a esa dificultad, aseguró que lo que ha resuelto es “ajustar la dosis para que el que tengo me dure hasta recibir respuesta y mientras comprarlo de mi bolsillo en otras farmacias”; pero anotó que esta solución le trae más problemas para su tratamiento y estado de salud, pues cuando reduce la cantidad que necesita tomar “me afecta mucho porque mi cuerpo siente la diferencia y es un medicamento que trae muchos efectos adversos si se baja la dosis de manera abrupta”.

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