DIARIO DEL HUILA, CIUDAD
Por: Hernán Galindo
Fotos: Tatiana Ramírez
Catorce, años después de abrir sus puertas al público, el nuevo Pasaje Camacho, ubicado en el centro de Neiva, entre el parque Santander y la Plaza Cívica, diagonal al edificio de la Gobernación, otrora tradicional lugar de venta de comidas y mercancías en Neiva, no despega.
Fundado en los años 40, el primer local fue demolido, junto a la plaza de mercado por orden del alcalde Gustavo Penagos, en septiembre de 1997. En medio de protestas que llevaron al mandatario a decretar toque de queda y ley seca fueron cayendo las viejas estructuras construidas para la venta de jugos y platos criollos, que eran apetecidos por propios y visitantes.
“El nuevo Pasaje Camacho se comenzó a construir en la administración de la alcaldesa Cielo González Villa, diez años después de la demolición de la antigua edificación y se hizo con una inversión de 1.500 millones. Se inauguró en el 2007”, recuerda Alberto Morera, uno de los viejos inquilinos.
“El Pasaje, un corredor urbano planteado para direccionar el flujo peatonal del centro, conecta el Parque Santander con la plaza cívica Los Libertadores. El proyecto se enmarcó en el Plan Neiva como destino turístico”, agrega.
Cuenta con 10 locales de comida, y 12 de miscelánea comercial y dos baterías sanitarias. Sin embargo, actualmente sólo están en funcionamiento tres restaurantes y en un cuarto local hay una venta de jugos, la mitad de los locales destinados a la comida.
Los demás, en la plazoleta superior, se encuentran todos ocupados con ventas de artículos infantiles, ropa, artesanías, artículos religiosos, una oficina de mensajería y zapatos.
Dura historia de lucha
Han sido 14 años de transición del tradicional lugar popular en el microcentro de la ciudad, nos cuenta la actual presidenta de la asociación de comerciantes, María Celeny Arias, inquilina fundadora del nuevo Pasaje Camacho de Neiva.
Esta mujer paisa, casada con un huilense, Orlando Chantris, que se dedica a la fabricación y venta de muebles, destaca que “ha sido mi soporte en esta lucha de catorce años, me ha prestado plata, es mi respaldo, de lo contrario creo que habría tirado la toalla”.
Conoce como ninguno la evolución del pasaje, con altas y bajas. Han sido más las bajas recalca. Buscaron desde un principio y siguen en el propósito de dialogar con las administraciones de turno y llegar a acuerdos con la alcaldía para armonizar el valor de la administración y ocupación, “que ha sido muy elevado, por eso, tanto negocio cerrado”.
Se postularon por convocatoria y fueron 22 los elegidos de cerca de un centenar que se presentaron para la apertura, pero la dicha duró poco, por el alto canon de los arriendos y las malas decisiones de las administraciones que no les han favorecido para nada, comenta.
La cercanía al Centro Comercial Los Comuneros, con similares ventas y comercio, con arriendos bajos, fue uno de los argumentos para conseguir rebajas, que fueron de un 15%, irrisorio para lo que pretendían, además no se tuvo en cuenta que el local era de la Alcaldía y no de un privado, explica.
Se constituyen como asociación
En el 2007, recuerda, se abrió al público y ellos como asociación se encargaron de la administración y durante cinco meses las ventas fueron buenas. Hacían eventos culturales, invitaban a empresas a promocionar sus productos, los viernes llevaban la sinfónica de vientos y todo marchaba bien, pero la administración municipal decide ceder la administración a Comfamiliar del Huila y todo cambió.
“Al entrar Comfamiliar se dejaron de hacer las actividades promocionales y de repeso las ventas bajaron, cayeron hasta en un 70%, de paso se iniciaron los líos y cobros jurídicos, muchos de los cuales siguen en marcha”, afirma.
De los 22 arrendatarios que inicialmente fueron favorecidos, solo quedan cuatro, los demás son nuevos, muchos locales están cerrados, comprueba Diario del Huila en la visita.
“Muchos cerraron porque se quebraron, se quedaron con deudas que aún están pagando y no tienen con qué responder, no les dieron la oportunidad de trabajar y poder conseguir los recursos para salvar sus negocios y de paso responder por los compromisos financieros”, cuenta con tristeza María del Pilar Montes.
Opciones
El anterior alcalde de la ciudad, Rodrigo Lara Sánchez, invirtió en mantenimiento y mejoramiento del aspecto físico e hizo una propuesta: darlo en administración al Fondo Mixto del Huila en un contrato interadministrativo que no se alcanzó a finiquitar.
“Se quedó en proceso de contratación tras analizarse la presentación de varias propuestas por parte de la Alcaldía y una contrapropuesta del Fondo Mixto, terminó la administración Lara y no se concretó”, señalan.
Se plantearon acuerdos de pago con los morosos, por las antiguas deudas. El Municipio ofreció unas facilidades de pago con financiación, y bajos intereses, pero desde la vigencia 2016. De ese año hacia atrás la deuda es con Comfamiliar, entidad que administraba el Pasaje Camacho.
El momento actual
Hace cinco años la administración la reasumió el Municipio. Y es que, si bien las administraciones anteriores han invertido en mantenimiento y mejoramiento del aspecto físico, aún se espera mucho más por recuperar.
El lugar perdió su esencia y con el paso de las administraciones de turno el abandono se fue haciendo un lugar con sus consabidos líos.
Con la administración de Gorky Muñoz, están en proceso de diálogo, el tema ha sido lento por lo de la pandemia, persisten en que los dejen administrar el lugar, que ellos se hacen cargo de la celaduría, las aseadoras y la administración de los baños y que el Municipio haga el mantenimiento.
“Estamos de aguante, pero no veo la luz al final del túnel, tenemos obligaciones, hay una inversión de dinero y trabajo que no podemos tirar así nada más”, enfatiza María Celeny, “existe un desequilibrio”.
Hay asociaciones que entraron pagando cero pesos de arriendo, solo servicios y por eso reclaman derecho a la igualdad. No se justifica. La alcaldía dice que les entregaron a asociaciones de caficultores o cooperativas con el argumento de reactivarlos, pero no los tuvieron en cuenta a ellos que también son una asociación.
“Somos optimistas y queremos progresar, darle una cara amable al lugar y que, como lo dice el eslogan, que seamos el Pasaje Camacho, lo grande de nuestro centro”, concluyen.
Opines
“Inicialmente nos dijeron que los inquilinos del Pasaje Camacho íbamos a tener descuentos especiales para comprar locales en Los Comuneros, pero los que nos ofrecieron son los llamados coleros, a donde no alcanzan a llegar los clientes”, dijo Lunio Polo, propietario de un puesto de comida en el viejo Pasaje.
Carlos Rodríguez, dice, que “las cosas no han sido fáciles y la situación no va bien. Uno de sus más protuberantes problemas es que muchos de los administradores de los locales deben varios meses e incluso años por concepto de arriendo”.
Francisco Perdomo reconoció que “debo todo el año anterior de arriendo, y tengo mis propias razones para la mala racha. Lo que ocurre es que las ventas están en su mínima expresión”.
Doña Edith, administradora de un restaurante que vende desayunos y almuerzos se queja de “la falta de seguridad”, mientras pregunta dónde está el celador. “La presencia de indigentes que molesta a la clientela es permanente, lo que incomoda y termina de alejar a los ocasionales visitantes”.