Por: FROILÁN CASAS
De alguna manera, los epitafios expresan la síntesis de la vida de un hombre. Pues bien, se trata del epitafio que ordenó Andrew Carnegie –cuya vida fue un ejemplo que imitar–, escocés, nacionalizado en Estados Unidos, gran industrial del acero y hombre dado a los demás. Pues, vea usted la significativa frase: “Aquí yace un hombre cuya única habilidad fue haberse dejado rodear de gente mejor que él”. Excelente lección, a mi juicio. Aquí estuvo el secreto de su éxito.
Habría que ver cómo, partiendo de la nada, logró consolidar una empresa que se situó en su campo de una manera sorprendente; fue el hombre más rico de su país; incluso fue calificado como el hombre más adinerado del mundo. Hay gente que en todo ve problema, hay gente que se deja ahogar en un vaso de agua, hay gente tan pesimista que se convierte en plañidera de las desgracias que construye.
Pasando al campo de la salud, se afirma que un buen número de enfermedades son creación de la mente –¡cuántos problemas sicológicos se somatizan!–. Un buen gobernante o un buen empresario no es el que se las sabe todas, es el que se deja asesorar. Los mediocres buscan siempre gente de bajo talante, quieren ser reyes en medio de mediocres. Se rodean de bufones que conforman un permanente comité de aplausos. El acertado gobernante es aquel que busca talentos humanos que lo superan en muchos campos, pero tiene la habilidad de buscar lo más calificado para su gestión. En el fondo gana él, gana la empresa que lidera. Aplica aquella frase, fruto de la sabiduría popular: “Yo no sé preparar empanadas, pero sé dónde las preparan muy buenas”. He ahí la clave.
Los gobernantes mediocres buscan bufones que les vivan alabando su egolatría; los bufones solo saben construir lisonjas, los tontos se las creen. Un gobernante sabio es aquel que sabe rodearse de gente con calidad total. Por favor, no se case con un partido, una etnia, una religión, cásese con LA CALIDAD. Los resultados se ven pronto cuando hay CALIDAD.
Thomas Alva Edison, el inventor de la lámpara incandescente, sin el apoyo de Nikola Tesla no hubiera llegado a ser tan grande en ciencia y tecnología. Mientras el primero descubrió la corriente continua, este descubrió la corriente alterna. Ambos tuvieron una infancia muy precaria; Tesla padeció el cólera a temprana edad y lo superó; a la par, nació en una familia pobre en una aldea de Croacia –y ¡a dónde llegó! –.
La gente inteligente es la que sabe sacar de una derrota una grande experiencia aplicable a su vida. Vale la pena conocer la vida de Edison para aprender un buen número de lecciones. De voceador de periódicos, su constancia y disciplina lo llevaron a ser uno de los inventores más prolíferos: el mimeógrafo, fonógrafo, el micrófono de carbón, el dictáfono, incluso llegó hasta el vehículo eléctrico –en esto no se logró posicionamiento debido a que la reciente industria del petróleo impidió su desarrollo y también a que un misterioso incendio en los talleres de West Orange truncaron el avance del ingenio logrado–.
Este hombre supo rodearse de gente valiosa y normal. En su taller de experimentos estuvo acompañado de personas echadas para adelante, proactivas y llenas de ilusiones. Permítame, amigo lector, traer a colación, de otro epitafio, al gran filósofo alemán Friedrich Nietzsche, quien en uno de sus famosos escritos, afirmó la muerte de Dios, le escribieron este epitafio en el cementerio de Weimar: DIOS HA MUERTO, firmado Nietzsche; a renglón seguido le agregaron: NIETZSCHE HA MUERTO, firmado Dios. ¡Ah locuras, todo dios tiene su crepúsculo!, como muy bien lo dijo nuestro gran pensador, obra escrita contra su frustrado amigo R. Wagner.