En solo siete meses el precio de los combustibles ha subido dos mil pesos, convirtiéndose en la principal medida alcabalera que toma el gobierno nacional, que está pauperizando progresivamente a las familias colombianas, así digan lo contrario el equipo económico del alto gobierno. Es inaudito que se busquen solamente soluciones mediante el aumento progresivo del alza de los combustibles, porque está estrangulando la posibilidad de fortalecer la dinámica productiva del país y por consiguiente afectando los exiguos ingresos de los colombianos. Consideramos que el presidente Petro, junto a su gabinete deben escudriñar nuevas alternativas para frenar el alza sucesiva y periódica de los precios de este insumo, que constituye el 13% del costo operativo de las organizaciones empresariales y es muy oneroso para la sociedad en general, que se ve abocada a disminuir el consumo de bienes y servicios y por ende, un factor detonante para que se disminuya la demanda interna del país.
Reiteradamente, desde esta tribuna de opinión, hemos afirmado que la permanente alza de los combustibles se ha convertido en una verdadera tragedia para las familias colombianas, que se ven sometidas mensualmente al apetito alcabalero del gobierno nacional, porque están impactando nefastamente el bienestar general de las familias colombianas. Así algunos sectores afines al movimiento político del presidente Gustavo Petro, lo interpreten como una medida necesaria para sanear las finanzas públicas nacionales, lo que está generando es un proceso progresivo al empobrecimiento de los sectores poblacionales más vulnerables del país, al igual se convierte en una estocada mortal para el fortalecimiento de la dinámica económica y por ende para la generación de empleo.
Lo que sí es inconcebible estas alzas, si los precios internacionales del crudo han empezado a disminuir su cotización en las bolsas mundiales. Además, nuestro territorio es producto neto de petróleo y somos exportadores. Por tal motivo, no se compadece que, desde las instancias nacionales, se continúe con estas medidas alcabaleras de seguir esquilmándole el bolsillo a los colombianos. El gobierno nacional, debe reorientar de manera inmediata tales decisiones. No puede seguir alimentando el inconformismo popular que cada vez es más creciente.
Las finanzas nacionales ya no aguantan seguir manteniendo una llave abierta de recursos, en medio de altas expectativas de gasto social. Sin importar la frecuencia y el monto de las alzas, subir la gasolina en Colombia desata tanto descontento en los hogares como efectos en las tarifas del transporte, los precios de los alimentos y la ya de por sí, galopante inflación. Tampoco se puede olvidar que esta subida se dará en medio de una escalada de impuestos inmersas en la reforma tributaria que inició su aplicación hace tres días. Cada vez se está fortaleciendo el club de arrepentidos en el país.