Pese a que el número de sismos asociados al fracturamiento de roca dentro del volcán se ha reducido en los últimos días, hay varios parámetros que indican la inestabilidad del volcán Nevado del Ruiz.
El pasado 30 de marzo, el SGC elevó el nivel de actividad del volcán de amarillo a naranja debido al incremento significativo de la sismicidad asociada al fracturamiento de roca en los sectores noroccidental y suroccidental del volcán, a 4 km de distancia promedio del cráter Arenas. Durante la primera semana de abril, la sismicidad continuó registrándose en el sector suroccidental del volcán con tasas diarias de entre 5000 y 10500 sismos. Además, la magnitud de los sismos aumentó, y se registró la mayor magnitud en este sector del volcán desde 1985: 3,9.
Además, la sismicidad que en principio estaba localizada al suroccidente del volcán, a una distancia de 2,0 a 5,0 km del cráter, empezó a acercarse hasta concentrarse mucho más allí, a una distancia de entre 1,8 y 3,0 km y a profundidades un poco más superficiales. También se registró un aumento en la sismicidad asociada a la salida de gases volcánicos, vapor de agua y/o ceniza, así como en la temperatura de las anomalías térmicas en el fondo del cráter, que alcanzaron valores que no se detectaban desde 2017.
Desde el SGC, se interpreta este fenómeno como una posible migración de magma desde el suroccidente del volcán, a través de la falla La Palestina, hasta un reservorio de magma (cámara magmática) que ya había alcanzado niveles altos de presión. Esta situación representa un mayor riesgo de una posible erupción.
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El SGC ha reiterado su llamado a las autoridades para que tomen todas las acciones preventivas necesarias y ha invitado a la comunidad que vive en la zona de amenaza a seguir las recomendaciones de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), gobernaciones y alcaldías. La vigilancia permanente y la pronta respuesta ante cualquier evento que se presente es crucial para garantizar la seguridad de la población.
El volcán Nevado del Ruiz continúa siendo motivo de preocupación debido a la persistencia en las anomalías térmicas y de sismos cercanos al cráter Arenas, así como a la continuidad de los procesos de desgasificación y la sismicidad asociada al movimiento de fluidos. Según los expertos del Servicio Geológico Colombiano (SGC), estos indicadores señalan que el volcán se encuentra en un estado muy inestable y existe una probabilidad de que en los próximos días o semanas se produzca una erupción mayor a las que ha hecho en los últimos 10 años, lo que sitúa el nivel de alerta en Naranja.
Para reducir el nivel de alerta y volver al nivel Amarillo, se necesitará un tiempo prudencial para observar tendencias y patrones que permitan inferir la posible disminución de la actividad, lo cual podría extenderse a varias semanas. Durante este tiempo, es esencial que las autoridades y la comunidad que vive en la zona de influencia del volcán permanezcan alerta y tomen todas las medidas preventivas necesarias.
El SGC hace un llamado a las autoridades respectivas para que no bajen la guardia y tomen todas las acciones preventivas necesarias. Además, invita a la comunidad que vive en la zona de influencia a seguir las recomendaciones de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, gobernaciones y alcaldías. El SGC continuará monitoreando la actividad del volcán y proporcionando actualizaciones regulares sobre cualquier cambio en el nivel de alerta. Es fundamental que todos estén preparados para actuar rápidamente en caso de que se produzca una aceleración de los procesos que sugieran una erupción inminente o que se produzca la erupción en sí, lo que llevaría a un cambio en el nivel de alerta a Rojo.
