AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO
No dejamos de dialogar y analizar detenidamente los conversatorios que acostumbramos a realizar con muchos de los ciudadanos de ésta municipalidad para entender esa preocupación que a comerciantes, profesionales y ciudadanos en general, los atormenta y visualizan a su manera: Garzón se ha estancado y no hay en el panorama social y humano, una proyección, un liderazgo o una opción capaz de ofrecer una perspectiva que ayude a sobrepasar este periodo triste y real que contrasta con el empuje de otros tiempos en factores económicos, sociales y culturales, cuando nos retrotraernos históricamente de los años ochenta hacia principios del siglo anterior.
Y es que el afán de unos cuantos que se pregonan como voceros de las comunidades, han terminado siendo los principales artífices de una debacle que es lamentable por la forma parlanchina y el abuso de la función pública a la que han llegado, para hacer alardes de hechos y circunstancias que en forma muy mínima se han logrado, no por iniciativa de éstos, sino como consecuencia de ese devenir necesario y propio de otros personajes que en alguna u otra forma han estado vinculado a estas tierras.
Se ha perdido la autoridad, no encontramos un ordenamiento poblacional que esté direccionado hacia el desarrollo, muchos funcionarios públicos son extraños a estas tierras y como parásitos deambulan buscando sanear su patrimonio personal y todo ello, hace que vivimos la modorra de la indiferencia, y todos se quejan, todos se lamentan y nadie toma cartas en el asunto.
Algunos que se dicen líderes y que se preocupan por enriquecerse y que representan a ciertas colectividades, están pendientes de la lisonja y de los aplausos antes que de sus realizaciones o de la proyección cierta de trabajos en forma comunitaria y participativa, son aquellos que pregonan que hay que aprovechar el cuarto de hora que se tiene en el poder, para hacer la fortuna con la que han de recibir su ancianidad, por cuanto, de seguro, no van a encontrar otro chance para progresar, pero quizá si podrán persistir en hacerse elegir cuantas veces quieran, por el séquito de cómplices que los han acompañado siempre todos arropados por un misteriosa morosidad judicial y anuencia a la vez con los entes de control que silencian cualquier reclamo o cualquier forma de reorientar los principios o la razón de ser de la función pública.
Hay voces disonantes que pregonan la necesidad de hablar y rescatar lo que tenemos, de retornar a los caminos de nuestro terruño, pero en medio de una forma de hacer política servil, de renunciar a nuestra propia realidad, cada día es triste ver como por las redes sociales o en las calles, las personas llevan sus recibos de servicios públicos y despotrican contra las autoridades por los incrementos desmedidos, cuando han sido precisamente esos líderes sociales y políticos los que nos han llevado a esta debacle, a esta angustiosa situación, donde los funcionarios públicos parecen fantasmas, y no tienen voz, ni capacidad de gestión para solucionar uno u otro reclamo.
No es en las redes donde vamos a solucionar la realidad que vivimos, la inseguridad, la violencia, la morosidad en todas las formas de comprensión de los problemas sociales y humanos que vivimos, solo se pueden enfrentar cuando haya líderes, cuando haya verdaderos artífices de una política seria y responsable que tenga como objetivo el servicio social, antes que el interés personal y antes que esa forma como se coligan las fuerzas para construir obras de beneficio personal con contratos amañados o como sucede muchas veces, con sobrecostos en todas las licitaciones, convocatorias o actos de infraestructura o de cultura o de servicio social, como sucede hoy en nuestro medio.
Estamos lejos, muy lejos de volver a soñar con un pueblo que nos abra las puertas a la esperanza y al desarrollo social, humano y cultural, por ahora, vivamos con lo poco que nos queda.
